Ecocidio

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La destrucción de la naturaleza, preocupa a científicos, ambientalistas y a pocos países, pero no a los que más contribuimos a la degradación del medio ambiente. Las organizaciones internacionales se han quedado cortas en denunciar la tragedia y en asumir su responsabilidad para no pisar los callos de socios con responsabilidad en el tema. Faltan normas internacionales y legislaciones con medidas drásticas y funcionarios que las hagan cumplir.
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La imagen de Colombia la dan las minas de carbón, la explotación del petróleo, las hidroeléctricas sostenidas con carreta, la explotación ilegal de oro, la tala de bosques para darle espacio a la ganadería extensiva y a los cultivos de coca, el cambio del cauce de ríos y su contaminación, convertidos en basureros, la falta de educación sobre la protección de la naturaleza y otros temas relacionados.

El Tolima da un pésimo ejemplo sobre este grave problema. La draga de Ataco dejó varios muertos entre los opositores. El río Luisa se convirtió en un problema ambiental en honor a la desastrosa gestión  del  ex director de Cortolima que recibió premio por sus agadas, la pesca va desapareciendo, aguas desviadas sin autorización para fines no autorizados.

A lo anterior se une el uso inadecuado y desproporcionado de plaguicidas en el desarrollo de la actividad agropecuaria que genera mayor degradación de la calidad ambiental y afecta seriamente la salud de las personas. Nuestros páramos  también están amenazados por efectos del cambio climático, la minería ilegal, la ampliación de la frontera agrícola y el turismo no controlado.

En Ibagué se destruye la vegetación de los cerros de Calambeo para dar espacio a la construcción de edificios y se construyen viviendas sin respetar la ronda o corta franja de protección, que es obligatorio asegurar a las orillas de fuentes hídricas. Unos preguntan qué pasa con Cortolima y los organismos de control. Los curadores pasan de agache y los funcionarios municipales responsables de controles sobre medio ambiente, le hacen genuflexiones a los que por explotar recursos subterráneos, desaparecen las quebradas que suministraban agua a las veredas y se reparten licencias mineras sin tener en cuenta a las víctimas, mientras se talan bosques en zonas frías del municipio.

Falta que hace un movimiento ambientalista departamental, con la participación de todos los municipios, que defienda nuestro patrimonio ecológico.

Ñapa, -Festival Folclórico… una oportunidad para que este evento recupere la ética, y para volver a ver las Danzas Folclóricas de Armero, la única agrupación dancística del Tolima que ha obtenido premio en un concurso mundial. La agrupación es dirigida por el Maestro Gildardo Aguirre, folclorólogo con reconocimiento nacional, que a la semana siguiente de la tragedia inició la reorganización de la agrupación sin olvidar lo que le manifestaron un grupo de armeritas sobrevivientes: “Armero desapareció, pero usted es el responsable de sacar adelante nuestra cultura”.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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