Democracia…?

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La democracia está de capa caída a nivel universal y está siendo sustituida por el mercado y la utilización de la violencia, con la ayuda de dictadores, muchas veces apoyados por gobiernos reconocidos como democráticos. La doble moral siempre está en la jugada con la corrupción que es una pandemia sin vacuna. Colombia sigue la ruta. Durante la pandemia primó el trato preferencial al comercio sobre la salud de los más pobres. Se firmó el acuerdo con las Farc, que le mereció el Premio Nobel de Paz y que dejó resentidos a muchos politiqueros y aparecieron los oportunistas, temerosos de que se conozca la verdad sobre su pasado y el papel que jugaron en desarrollo del conflicto interno. Se fortalecieron las disidencias de la guerrilla, se inició el asesinato de reinsertados y líderes sociales. El paro recibió respuesta violenta que fue analizada por la Comisión de las Naciones Unidas, en un informe sobre la violación de los Derechos Humanos en Colombia que disgustó al gobierno democrático que padecemos y a su fiscal que considera delincuente a quien opine en su contra. De puras vainas no progresó la medida democrática de la censura.
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Si democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo como nos decían en la escuela y sin ojear los tratados sobre el tema, tenemos que aceptar que estamos muy lejos del cuento. Cuál democracia cuando se persigue al que opina diferente, cuando el  gobierno tiene en el bolsillo a todos los organismos de control, cuando se patrocina y premia la corrupción, cuando se permite y fomenta la compra de votos, cuando se fomentan los juegos de azar y el licor, cuando el congreso legisla en beneficio propio, así estén de vacaciones para gastar sus millonarios honorarios ¿Cuál democracia?

Y siguiendo con el tema, no nos parece muy democrático el sistema de designación de las directivas del Nuevo Liberalismo, ni la escogencia de sus candidatos al Congreso. Este partido, que  fue fundado por Luis Carlos Galán,  Rodrigo Lara e Iván Marulanda, se equivocó con las trabas que le puso al único sobreviviente en su aspiración a la presidencia por esa colectividad, quien ha debido ser aclamado por unanimidad.

Iván Marulanda logró sobrevivir y jamás claudicar ante esa tenebrosa alianza entre la mafia y la política que asesinó, entre muchos más, a sus dos compañeros de causa y durante toda su vida pública se ha dedicado a trabajar por los pobres, por la gente que sufre. La solidaridad ha sido un principio vigente a lo largo de su vida pública. “Lo que no nos podemos permitir ninguno de nosotros es la indiferencia ni la resignación”. Esta es una de sus frases que hoy cobra plena vigencia, ante las próximas  decisiones que debemos tomar con responsabilidad.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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