Certidumbres e inquietudes: Presidente: no improvise

Ha generado explicable impacto el enfrentamiento surgido entre el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, y el exvicepresidente Francisco Santos, familiar suyo,

a raíz de la decisión del primero en el sentido de excluir en forma absoluta la posibilidad de autorizar la construcción de un hotel lujoso en el Parque Tayrona, con la disculpa de que Francisco y Felipe Santos pudieron tener alguna relación inicial con el proyecto.

No pasaron desapercibidas ante la opinión las duras palabras de Pacho Santos, quien se refirió al Jefe de Estado como “pokerista”, afirmando que le había “salido mal la mano”. Términos que se nos antojan altamente ofensivos tratándose de quien ejerce el primer cargo público de la Nación, en especial por cuanto aluden a una conducta que, de ser real, correspondería a manipulación, engaño y juego con las más importantes decisiones de gobierno.

Pero, desde luego, resulta explicable la reacción del exvicepresidente si se tiene en cuenta que la determinación presidencial, tal como fue presentada, podría ser tomada por muchos con un alcance equívoco, como si los dos familiares del Presidente Santos hubiesen incurrido en alguna conducta indebida o indelicada en relación con el asunto, lo que todo indica está bastante lejos de haber ocurrido.

El Presidente, por su parte -lo decimos con todo respeto-, si de algo puede ser culpado en esta oportunidad -como en otras- es de improvisación, toda vez que suele comunicar públicamente sus decisiones sin tener toda la información, sin haberlas discutido en el seno del Gobierno o sin haber puesto de acuerdo a sus subalternos sobre el sentido de las mismas, estilo que da lugar a frecuentes reconsideraciones, retrocesos y hasta modificaciones radicales en muy corto lapso.

Obviamente, como dice la sabiduría popular, rectificar es de sabios y persistir en el error es propio de los torpes. Y, en consecuencia, si el Presidente encuentra que determinaciones o proyectos suyos están mal sustentados o son erróneos o inconvenientes, es natural que corrija.

Pero no es propio de un buen gobierno que las rectificaciones se conviertan en regla, pues ello aparte de generar incertidumbre  -particularmente cuando se trata de cuestiones trascendentales-, transmite a los gobernados la imagen de una administración insegura, dubitativa, inestable y frágil, que no examina los temas con la profundidad requerida y que se precipita a resolver  -a la espera de las reacciones-, para retroceder después, si éstas son negativas.

Lo que al respecto cabe recomendar, en el entendido de las buenas intenciones que normalmente animan al Presidente Santos, es el adecuado y oportuno estudio de las iniciativas oficiales, y la previa consulta con el Consejo de Ministros, sobre la base de una completa información y con elementos de juicio adecuados, para que las rectificaciones, en vez de ser la regla general  -como viene ocurriendo-  sean la excepción.

La improvisación en asuntos de Estado no arroja buenos resultados para el conglomerado, ni para el gobernante.
 
Colprensa

Credito
JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO

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