Tenemos hoja de ruta

Hugo Rincón González

El pasado viernes, el presidente Gustavo Petro firmó y promulgó el Plan Nacional de Desarrollo en el Remanso, departamento del Guainía.
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Sin duda este acto tuvo una alta carga simbólica en la medida en que se hace en un territorio casi desconocido para la mayoría de los colombianos y con unos grupos étnicos en un resguardo indígena, para señalar que este Plan que va desde 2022 a 2026, incluye a los grupos excluidos históricamente de las dinámicas del desarrollo.

Se resalta que este Plan Nacional de Desarrollo titulado Colombia, Potencia Mundial de la Vida, fue el fruto de numerosos diálogos regionales vinculantes en 51 subregiones del país. Estos eran concebidos como espacios de escucha activa que servirían de base para la formulación del Plan. En el Tolima se llevaron a cabo en los municipios de Honda e Ibagué, donde se presentó una convergencia de actores sociales con voces heterogéneas para plantear sus propuestas.

En su intervención, luego de la promulgación del Plan, el presidente Petro manifestó que el propósito de su administración es que se realice lo señalado en este instrumento y que no se quede en discursos o en los anaqueles del Congreso en la medida en que es el resultado de un gran diálogo nacional. Esta preocupación del primer mandatario es pertinente puesto que muchas propuestas generadoras de grandes expectativas no pueden quedarse en el papel.

El Plan Nacional de Desarrollo según la Ley 152 de 1994, está conformado por una parte general y un plan de inversiones. En la primera parte se establecen los objetivos, metas, estrategias y política, medios e instrumentos.

En lo referido al plan de inversiones se establecen: la proyección de recursos financieros, la descripción de los principales programas y subprogramas, los presupuestos plurianuales y los mecanismos idóneos para su ejecución.

El documento del Plan está integrado por 373 artículos que todos deberíamos estudiar para conocer la apuesta fundamental de este gobierno progresista. Nos enteramos a través de los medios de comunicación y las redes sociales sobre el tire y afloje entre los parlamentarios para colgar artículos y ponerle un dique a las propuestas del presidente. Habemus Plan, ahora viene la tarea titánica de su ejecución a través de los planes de acción de cada uno de los organismos públicos.

Las expectativas de las mayorías que eligieron el cambio son gigantescas. El gobierno deberá ser consistente con la ejecución del Plan para generar los resultados que se esperan. Con este instrumento se busca iniciar las transformaciones requeridas como esta señalado en el Plan: Crear la Línea de inversión territorial, que según el DNP promoverá "la participación de las entidades territoriales, los cabildos, asociaciones y organizaciones indígenas, a partir de la financiación y el desarrollo de proyectos para el mejoramiento de la competitividad, la promoción y la infraestructura turística de sus territorios".

Con la hoja de ruta clara, los tolimenses tenemos expectativas en temas incluidos en ella como: 1) inversiones importantes para el distrito de riego del triángulo sur del Tolima, 2) fortalecimiento de la infraestructura de centros de salud, 3) mejoramiento de la infraestructura de acueductos y alcantarillados, 4) revitalización de los centros históricos y bienes de interés cultural entre otros.

Promulgado el Plan con las metas claras, requerimos de una gran participación ciudadana para hacerle seguimiento y control a ese presupuesto de 1.154,8 billones que tiene como gran horizonte avanzar en la paz con justicia social y justicia ambiental, para ello debemos dar un salto en la equidad y el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores excluidos y olvidados.


 

 

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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