Lecturas decembrinas

Hugo Rincón González

Por estos días, muchos opinadores se dan la licencia de tratar otros temas diferentes a los generados por el atafago de las noticias que genera la coyuntura política. A esta altura del año hay una especie de saturación sobre los hechos que se reiteran porfiadamente en el transcurso de todos estos meses. Hay que tomar un respiro. Debemos darnos la oportunidad de solazarnos con otras cosas que nos alejen un poco de lo malo y bueno que acontece en nuestro país y el mundo. Particularmente, elijo hablar sobre libros, no los académicos serios y densos, sino los que nos presentan historias, bellas y agradablemente tratadas, así estas sean dramas nostálgicos y dolorosos.
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Aposté por un libro del quizás mejor cronista de Colombia: Alberto Salcedo Ramos. Su nombre: El oro y la oscuridad: la vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé. Muchos no conocen del personaje más que la sentencia lapidaria que expresa que: “ … es mejor ser rico que pobre”. Tremenda reflexión filosófica popular que para la gente, especialmente la de los sectores populares, tiene mucho sentido.

Kid Pambelé, el mejor boxeador de la historia del país, cuyo nombre es Antonio Cervantes, nacido en San Basilio de Palenque, se coronó como el primer campeón mundial el 28 de octubre de 1972. Por no tener un gran palmarés, luego de ser reconocido como un peleador que era el relleno de las carteleras boxísticas en Cartagena, los periodistas especialistas en este deporte vaticinaron que “sería un monarca efímero, dueño de un trono de papel que volaría en pedazos con la brisa más leve”. Sin embargo, fue capaz de imponer la más férrea dictadura en la categoría de las 140 libras.

Pambelé aniquilaba a cualquier rival que le pusieran al frente. De ser un miserable boxeador torpe, se había convertido en verdugo implacable, una máquina de demolición que no tenía puntos débiles por ninguna parte.

Realizó 21 combates de título mundial, un verdadero récord para la división Welter Junior. En octubre de 1998 fue incluido por los más connotados expertos internacionales en el salón de la fama.

Todos querían con Pambelé. Los políticos ansiaban su adhesión a sus aspiraciones. Se convirtió en una celebridad nacional e internacional. Reinas, deportistas, empresarios, modelos, todos querían una fotografía con él. Gozó de lujos, derrochó el dinero y su egolatría lo llevó al desastre. Muchos que fueron testigos de su gloria, coincidían en afirmar que las alturas lo marearon, lo ensoberbecieron y olvidó por completo quién era y de dónde venía.

Cayó como muchas celebridades en la adicción a las drogas y al alcohol. Las mujeres eran otra debilidad y muchas de ellas prostitutas. Fue descendiendo a los abismos hasta perder su título mundial. Dilapidó su fortuna en excesos hasta convertirse en un remedo de lo que fue. La gente que antes lo vitoreaba, ahora lo rechazaba y lo consideran un lastre.  El negro amado por el país, el que forjó su futuro a las trompadas, fracturando huesos y moviendo montañas, se volvió un indeseable por sus escándalos y porque aún no se resignaba ni admitía que sus tiempos de celebridad quedaron atrás.

Un texto que se lee vertiginosamente, que se disfruta por la exquisitez de la prosa del autor. Una historia dura y dolorosa de alguien que pasó del brillo a la oscuridad. Un boxeador que venía de abajo y todavía se cree lo que le gritó un vendedor ambulante de Cartagena: “… No joda champion, tú si pegas durísimo. Un campeón mundial más grande que tu no nace, y si nace no se cría, y si se cría no llega a viejo”.

Hugo Rincón González

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