Insistiendo en el Empleo de emergencia

Ismael Molina

El Gobierno sigue sin oír al país real. Un desempleo como el que estamos padeciendo no puede resolverse con luces de bengala, como los días sin IVA, que alumbran un momento para volver al instante inmediato a la más profunda oscuridad.
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Tampoco se resuelve con las ideas de una ortodoxia trasnochada sobre la necesidad de recortar el gasto público, como ha dicho el inefable ministro Carrasquilla, aún en contra de las opiniones de su jefe intelectual, el Fondo Monetario Internacional, que en boca de su actual directora, Gita Gopinath, ha salido a decir exactamente lo contrario: que la alternativa para los países pobres como Colombia, es fortalecer el gasto público, concentrándolo en bienes y servicios públicos que respondan a los cambios técnicos y a las necesidades del momento.

En artículos anteriores he venido insistiendo en la necesidad de crear un plan de empleo de emergencia, basado en la promoción de sectores económicos de empleo intensivo, que no obligatoriamente significa de baja productividad, sino que implica un alto impacto en la estadística del desempleo estructural que estamos y vamos a continuar soportando. Así mismo, he insistido que el liderazgo de una iniciativa así debe estar en cabeza del sector público, por medio de una política macroeconómica que priorice la economía real, productiva, sobre el sector financiero y los equilibrios monetarios de corto plazo.

Tal plan de empleo debe tener tres elementos: impulso a los sectores de obras públicas, la construcción y la Sra Gopinath, sostiene que a las acciones económicas sobre protección ambiental, por las repercusiones inmediatas que pueden tener en el empleo y por ser demandante de empleo de baja calificación. En las obras públicas, tal decisión implica registrar  los proyectos que estén maduros para su ejecución y ponerlos en práctica, como identificar y eliminar las trabas y trámites innecesarios que se imponen en las administraciones municipales al sector de la construcción urbana. En esa misma lógica se deben apoyar las iniciativas de la economía verde, no para hacer más estudios y diagnósticos, sino para realizar acciones que conduzcan al establecimiento de territorios más sostenibles y resilentes.

En segundo lugar se hace indispensable una política de compras estatales que protejan la industria y empleo nacional por encima de cualquier consideración, sin que ello implique olvidar o desechar las buenas prácticas reconocidas internacionalmente al portal de Colombia Compra Eficiente, sino que, por el contrario, esas buenas prácticas sirven para reducir o eliminar las prácticas oscuras y corruptas que promueven y aplican algunos funcionarios públicos responsables del manejo del erario público. Seguir abriendo la contratación pública a los grandes capitales trasnacionales en nombre de la transparencia y la libre competencia en contra del empleo nacional, no solo es una medida inocua, sino también una tontería que la pagamos todos los colombianos con nuestros impuestos.

El tercer elemento que se identifica es la necesidad de tener nuevos jugadores en la intermediación financiera, pues el actual sistema financiero colombiano, no solo ha mostrado su rapacidad sino también su ineficiencia, pues pese a los ingentes recursos que le ha entregado el Gobierno nacional en este período de pandemia, solo ha sido capaz de transformarlos en ganancias para ellos y para sus grupos empresariales asociados, pero ha sido incapaz de ser instrumentos para la democratización del crédito y la irrigación de la economía real de pequeños y medianos empresarios. Esto nos lleva a la necesidad de insistir en la creación y puesta en funcionamiento de fondos de fomento manejados directamente por la banca oficial de primero y segundo piso, en fortalecer las líneas de apoyo del Fondo Nacional de Garantía y, apoyar, como lo señala explícitamente la Constitución Política Nacional, las diversas expresiones de financiamiento existente en el sector de la economía solidaria, como lo son las entidades de ahorro y crédito del sector cooperativo e incluso los Fondos de Empleados que pueden jugar un papel importante en la canalización de crédito para pequeñas y medianas empresas.

Se tiene que buscar otras alternativas a las identificadas por el Gobierno nacional y el ministro Carrasquilla, acciones ya probadas que no han servido para sacar del atolladero en que está la economía colombiana y reconocer de una vez por todas, en la lógica de Albert Einstein, que es estúpido creer que haciendo lo mismo se van a obtener resultados diferentes.

ISMAEL MOLINA

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