¿Quién hace la voluntad de Dios?

Jairo Yate Ramírez


°°° « “Dijo Jesús a los sumos sacerdotes ya los ancianos del pueblo: -« ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoya trabajar en la viña.” Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor.” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? (Mateo 21, 28-32)
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El Hijo de Dios inicia su ministerio con unos objetivos bien definidos: Primero, anuncia el Reino de su Padre. Segundo, visita los pueblos proclamando este anuncio. Tercero, llama a muchos discípulos para que ellos mismos proclamen su Palabra y organicen su obra, que es el Reino de Dios. Cuarto, el éxito de la misión está en saber, ¿quién hace la voluntad de Dios? El que cumple la voluntad de Dios, forma parte de ese gran proyecto del Reino de Dios: Obedece, recapacita y se pone a trabajar en la Viña de su Señor. (cf. Mateo 21, 29).

No es voluntad de Dios: que sus hijos vivan desunidos. Que se odien. Que se deseen el mal. Que practiquen la guerra. Que maten a sus hijos. Es de la voluntad de Dios, el amor a Dios, el amor a los demás y el amor a nosotros mismos. Si el malo se convierte y deja su maldad y hace lo que es recto y justo, salvará su vida. (cf. Ezequiel 18, 27).

La Historia de la Salvación, según la Sagrada Escritura; demuestra que el hombre de por sí está tentado de oponerse a la voluntad de Dios.  Así lo explicó el Papa emérito, Benedicto XVI: El hombre quiere tener la intención de seguir su propia voluntad, de sentirse libre sólo si es autónomo; opone su propia autonomía contra la heteronomía de seguir la voluntad de Dios. Entrar en la voluntad de Dios no es una oposición a uno mismo, no es una esclavitud que violenta mi voluntad, sino que es entrar en la verdad y en el amor, en el bien. El apóstol de los gentiles, entendió que: la voluntad de Dios no estaba sólo en las pruebas, debilidades, insultos, persecuciones y en las agonías del Apostolado (cf. II Corintios 12, 10). Sino que el poder de Dios, triunfa en la debilidad. (cf. II Corintios 12, 9). Cuida tu salud: La voluntad de Dios, prevalece sobre el capricho humano.

 

PADRE JAIRO YATE RAMÍREZ

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