Mañosos

José Javier Capera Figueroa

No es novedoso que presenciemos en cada gobierno de turno las mismas noticias, fotos, audios y grabaciones sobre sus nexos con las redes de narcotráfico, el paramilitarismo, las bandas criminales, los carteles mafiosos y los clanes de abajo y arriba que han impuesto una cultural política de la miseria, la compra de votos y la corrupción en todos los niveles.
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Lo que vive el “presidente” Duque, no es nuevo, si hacemos un breve recordatorio de como se han forjado las élites en el poder político en búsqueda de imponer el proyecto de la violencia y la empresa de la guerra o silenciar las voces que apuestan por construir la paz desde abajo.

Históricamente las élites de izquierda y derecha en todos los niveles desde lo nacional hasta lo local, han sido permisibles en lograr acuerdos y formas de negociación con los grupos, clanes y sectores dedicados actividades como el narcotráfico, la compra de votos, la contratación y la manipulación de los recursos públicos, todo en función de sus intereses privados y clientelares de la política. Pero que se podría esperar, si los de arriban usan, manipulan y juegan con la necesidad y dignidad de los más marginados de nuestra sociedad, sí de esos colombianos, que se disputan entre sobrevivir o llevar el pan de cada día a sus familias.

Precisamente, es el momento que vive el infame gobierno del “presidente” Duque, el cual pasará a la historia como otro mandatario que ha jugado a la misma lógica de la clase política tradicional. Pero es normal es un país que pareciera acostumbrase a premiar a sus bandidos o hacerles reverencia por lo poco o mucho que hagan en medio de las necesidades que son cada vez más profundas, y es allí cuando toma fuerza el descaro de perdonarles sus mañas y darles fuerza a sus mismas prácticas politiqueras que han usado para manipular el poder al servicio de sus intereses personales.

Ahora las mañas de los de arriba no tienen ningún tipo de descaro. De ser victimarios pasan a ser víctimas, y por supuesto han sido utilizados inconscientemente por el narcotráfico, no tienen ningún tipo de relación con esos grupos de mafiosos, paramilitares y narcotraficantes del momento, sin desconocer que es imposible aceptar que desde afuera se den órdenes y directrices de como gobernar el país. Es lamentable, saber que el gobierno de Duque, le saca el cuerpo a los informes de la ONU y procede con la practica irresponsables de promover expulsar la oficina del país, o el discurso de la ministra que iguala la vida de un líder social con los números de personas muertas por robo de celulares, sin dejar a un lado, el desmentir las rumbas, los encuentros y las fotos entre esas clases “dignas” y familias “pudientes” de las regiones, aunque no sabe de dónde vienen y porque aparecen estas imágenes a la luz pública.

Sin embargo, nos cuesta reconocer la credibilidad de los comicios con que fue elegido el presidente de turno o situaciones inaceptables como la financiación del narcotráfico, el apoyo del paramilitarismo a las campañas políticas, el proceso 8000, la ñeñe-política y la yidis-política. Sin dejar menospreciar, los carteles y carruseles de la contratación, el silencio cómplice frente a las mafias de Odebrecht, Coviandes, Panamá Papers, Invercolsa, Bonos Carrasquilla, Ser “pillo” paga, Grupo Aval y Agro Ingreso Seguro (AIS) entre otras. Talvez sea el momento para que logremos entender, que el proyecto fallido de la guerra impuesto por los de arriba, no es el camino y busquemos transitar hacia la posibilidad de desenmascarar la violencia e intentemos vivir en paz en nuestros territorios.

Ñapa: la misma jugada de siempre y caen los más desinformados y paranoicos de nuestros tiempos. Pero que se podría esperar de las mafias: crear pánico usando el panorama mundial, ante la presencia real del coronavirus en Colombia, mientras, por un lado, la ñeñe para-política, las rumbas mafiosas, el narcotráfico en los territorios y el asesinato sistemático de los líderes sociales sigue pie arriba. Es lamentable como el “presidente” de los colombianos se convierte en un símbolo de vergüenza, pena ajena y desfachatez mundial.

JOSÉ JAVIER CAPERA FIGUEROA

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