Gracias

Juan Carlos Aguiar

Los colombianos somos muy dados a copiar ciertas costumbres, ajenas, que nos deja un aire de esnobismo muy particular. Históricamente hemos celebrado el día de ‘Amor y Amistad’, en septiembre, como una forma de recordar unos valores innegables y, por qué no, de estimular el comercio que necesita la inyección de capital de compradores ávidos de agradar a quienes los rodean. En busca de tener más ocasiones similares, nos vendieron la idea de disfrutar San Valentín, una fecha similar pero celebrada en Estados Unidos en el mes de febrero. Diez meses más tarde, producto de otra fecha o celebración estadounidense, llega el Black Friday o Viernes Negro, una jornada en la que cualquier tipo de mercancía recibe amplios descuentos para estimular así la economía y que el país entero salga beneficiado. Ganan los comerciantes porque venden grandes sumas de dinero, gana el público en general porque obtiene beneficios que ayudan a su economía familiar, y gana el Estado que recibe multimillonarios recursos a manera de impuestos. ¿Tienen algo de malo estas estrategias de mercadeo que, muchas veces, reciben el guiño de los gobernantes? No. Lo vimos hace pocas horas cuando muchos, en medio de una pandemia que afecta a los colombianos, aprovecharon para hacer compras estimuladas por frases como “Dos por uno” o “Lleve uno y el segundo a mitad de precio”.
PUBLICIDAD

Lo que me pregunto, cada vez que estos fenómenos socio económicos se repiten, es que si somos tan buenos para copiar, ¿por qué no copiamos otras fechas o conmemoraciones que estimulan valores que al final son muy importantes para ayudarnos a crecer como sociedad? Pongo como ejemplo el día anterior a la celebración del Viernes Negro en Estados Unidos, conocido como Thanksgiving Day o Día de Acción de Gracias. Para mí, es la celebración más hermosa de todas las que pueden existir en cualquier país del mundo. Se conmemora cada año, el último jueves de noviembre, y es la oportunidad perfecta para dar gracias: por todos y a todos. Una tradición con siglos de existencia y que se extiende a todos los hogares estadounidenses, hasta el punto en que el puente festivo más esperado es el de Acción de Gracias y Viernes Negro. 

Sin lugar a duda, una de las palabras más poderosas que existe es gracias. Cuando la pronunciamos, desde el corazón, se convierte en la oportunidad perfecta para atraer las mejores bendiciones a nuestras vidas. Decir gracias es reconocer la importancia de otros en nuestra existencia, es aceptar que lo que nos aportan es importante y que sin ellos no sería lo mismo. Cuando damos gracias nos desarmamos ante los demás y reconocemos lo vulnerables que podemos ser. El agradecimiento está desprovisto de ego, de soberbia, de vanidad, nos muestra de forma transparente, tal y como somos y no como a veces nos queremos dibujar ante los demás. Un gracias, es mucho más que una simple palabra, siempre va acompañado de una sonrisa, de un particular brillo en los ojos que le da mucha más potencia al acto.

Hoy, quiero aprovechar para dar gracias a este 2020 porque nos enseñó a ser más fuertes, porque aprendimos a coexistir en la soledad o la compañía de nuestros encierros. Quiero dar gracias a mi familia y amigos porque siempre han estado allí, incondicionales en cada ocasión. Finalmente, quiero decir gracias al periódico El Nuevo Día por este espacio que me ofrece, cada semana, para conectarme con mi Ibagué del alma y, especialmente, digo gracias a ustedes por leerme, así a veces nos les guste lo que escribo: en la diferencia está la posibilidad de construir un mejor futuro para todos. 

JUAN CARLOS AGUIAR

Comentarios