El tapabocas o la vida

Juan Manuel Díaz

Más rápido que de costumbre se nos ha ido este año en medio de las dificultades económicas, la zozobra y el dolor de la gente cercana que ha fallecido por causa del Covid-19. Ese inclemente virus del que poco sabíamos y rara vez nos imaginamos que nos cambiaría la vida.
PUBLICIDAD

Escribo esta columna desde el corazón, preocupado y con la molestia nasal que genera haberme realizado la prueba del hisopo recientemente y por segunda vez en menos de 20 días. Desafortunadamente, el pico de contagio en Ibagué ha llegado a su límite, la red hospitalaria está colapsada y estamos muy cerca de que se declare la alerta roja.

Cada día se conocen más contagios, más fallecidos y eso pareciera no importarles a los irresponsables que se lo pasan por estos días enfiestados y tomando licor no solo en los bares de Mirolindo en donde algunos propietarios no fueron capaces de hacer respetar los protocolos, sino en las tiendas de barrio, las cuales se volvieron a poner de moda por los nulos controles de las autoridades.

Hoy basta con salir a la calle y ver como algunos no usan el tapabocas o lo usan mal, no guardan el distanciamiento, y lo que es peor, no entienden que llegamos al punto del “tapabocas o la vida” porque desafortunadamente, quien no use por estos días una mascarilla de esas, fácilmente puede contagiarse en menos de nada y fallecer.

No quiero ser alarmista, pero sí me gustaría dejar una reflexión. Ya está comprobado que el virus es mortal, que no hay cura todavía para él, y que es una cadena que no todas las personas enfrentan de la misma forma. Cuidarse cada uno es cuidar a la mamá, al papá, a los abuelitos, entre otros familiares. Lo apocalíptico ya está pasando y depende de cada uno saberlo enfrentar. 

JUAN MANUEL DÍAZ

Comentarios