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No obstante, y en medio de esa calma, también desde los hogares, muchos pudimos escuchar los sonidos de quienes venden aguacates, mazamorra, y cualquier otro tipo de artículos en la calle, pues para ellos, el quedarse encerrados en casa es sinónimo de no llevar dinero para tener un plato de comida, o incluso poder tener acceso a una pasta de acetaminofén para sus hijos.
Las cuarentenas y toques de queda prolongados, además de reducir la velocidad de contagios, ha evitado accidentes de tránsito, atracos y riñas, lo cual es sumamente importante para descongestionar las UCI y los hospitales, pero ello también ha incrementado considerablemente la crisis social no solo en Ibagué, donde el empleo informal es bastante alto, sino en Colombia y otros países del continente.
La semana anterior por ejemplo se hicieron virales unas fotografías en internet, de un lustrador de zapatos en Cali, y otros vendedores de dulces en otras ciudades, que en pleno confinamiento, se encontraban en las calles a la merced de quien pudiera extenderles una mano amiga, pues lamentablemente, cuando se piensan en medidas estrictas como los toques de queda permanentes, no solo se afecta a los dueños de bares y restaurantes que lastimosamente han quebrado, sino a vendedores informales, taxistas, y gente que vive del rebusque.
Hoy, los hospitales están colapsados, en algunas ciudades no hay UCI y la gente se está muriendo esperando una, desafortunadamente los confinamientos por estrictos que sean han servido de alguna manera, pero ello debe ir acompañado de ayudas humanitarias que permitan solventar las necesidades y el hambre.
Recordemos que la cuarentena y el “Quédate en casa” no es igual para todo el mundo. Solidaricémonos con quienes menos tienen.
Desde aquí hago un respetuoso llamado a la Secretaría de Bienestar Social del municipio. Las campañas y entregas de kit alimentarios deben ir de la mano de la entrega de tapabocas.
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