El proceso de paz necesita blindarse

Confirmados por el presidente Santos los acercamientos que ha hecho con las guerrillas, conocida la agenda de los diálogos que vendrán y establecida la forma en que se realizarán, a los colombianos nos corresponde rodear y defender el proceso para que lo que de él salga, incluida la salida política del conflicto, sea de la mayor conveniencia para los intereses de las inmensas mayorías.

Confirmados por el presidente Santos los acercamientos que ha hecho con las guerrillas, conocida la agenda de los diálogos que vendrán y establecida la forma en que se realizarán, a los colombianos nos corresponde rodear y defender el proceso para que lo que de él salga, incluida la salida política del conflicto, sea de la mayor conveniencia para los intereses de las inmensas mayorías.

Se trata de unas conversaciones nada fáciles, pues bien es sabido el carácter estructural de las causas que nos han mantenido en guerra por más de cincuenta años y las grandes transformaciones políticas, económicas y sociales que deben operarse para que no solo cese este desangre, sino también para que no vuelva a repetirse. 

Para infortunio de nuestro país, en esos propósitos transformadores no nos encontramos todos. Ya son muchos los personeros de oscuras ideologías que se han manifestado en su contra. En esa actitud, el país ha comenzado a ver a los usufructuarios de los 26 billones de pesos del presupuesto anual que se destina a la guerra, que no querrán desprenderse de tan carnosa tajada. Y verá también a quienes se benefician de un statu quo que tendría que alterarse, así sea solo en parte, si se quisiera que este proceso en ciernes pudiera transformarse en hechos verdaderamente generadores de condiciones para la paz, que son las que el país espera que sobrevengan a estas conversaciones prontas a iniciarse.

Pero incluso a los propios representantes del alto Gobierno que se sentarán a la mesa con los representantes guerrilleros habremos de verlos en resistencia obstinada a los cambios que les abrirían las páginas de la historia por ser los que se necesitan para sacar al país de esta cincuentenaria violencia. Fieles representantes de lo más atrasado de su clase oligárquica, se empecinarán en utilizar los diálogos para exigir rendiciones unilaterales, entregas de armas, olvidos de los camaradas en las cárceles, tolerancias ante los actuales remedos de democracia, etcétera, y ofreciendo solo a cambio las más parcas interpretaciones de lo consignado en la agenda de conversaciones.      

De allí que estemos necesitados de que, como ciudadanos que nos ha tocado poner los muertos en ambas filas del conflicto, nos comprometamos a cerrar filas a favor de un buen desenlace, en lugar de permitir que por no proporcionar el blindaje que solo las masas con su accionar pueden aportar, se vuelvan a repetir viejas frustraciones. Si la mesa está por servirse, de nosotros depende que el plato fuerte no dé cuenta de que se nos volvió a sacrificar la paloma de la paz, pues hoy, más que nunca, necesitamos de sus arrullos. 

rlovi@hotmail.com 

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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