¡Basta ya de violencia y terrorismo!

Manuel José Álvarez Didyme

Continúan para los colombianos las noticias sobre hechos que afectan su vida diaria y su cotidianidad con destrucción, dolor y lágrimas, por cuenta del odio y el ensañamiento de unos cuantos violentos, que amparados en el marco de la justa protesta de carácter cívico contra la corrupción y las diversas formas de inequidad social, no cejan en sus bárbaras acciones contra el país, sus gentes y su economía, y que ya se traducen en la pérdida y la lesión de numerosas vidas humanas, escasez e incremento de precios, más de 300.000 empleos y el cierre de cerca de 20.000 empresas, fundamentalmente de pequeños comerciantes, según lo han manifestado los medios con base en las cifras registradas por el DANE y la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco.
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Registro de daños y depredación causados por estos vándalos por toda Colombia, que están convocando a multitudinarias manifestaciones de rechazo en  contra de estos terroristas que dicen actuar a favor de los humildes y contra la inequidad, mostrando total desprecio por la vida y bienes de sus conciudadanos y en su criminal actuar, arrasan la infraestructura de ciudades y poblados como la destrucción causada con bombas incendiarias del Palacio de Justicia de la población Vallecaucana de Buga.

Execrables crímenes que, como todos aquellos que se cometen, merecen, a más de una digna sanción, un generalizado rechazo como el expresado en la semana que concluye a través del multitudinario coro de protesta que se escenificó en la capital del Valle, tardíamente, pues estimamos que ha debido llevarse a cabo mucho antes contra el narcotráfico que permeó su sociedad y la perturbación y desigualdad que este ha generado.

No obstante de seguro aún tendrá utilidad para mover a quienes en el país están en desacuerdo con los criminales comportamientos que afectan a Colombia, sin que importe el lugar en donde se estén presentando ni quien los cometa, porque lo importante es hacerles saber a sus autores e instigadores, que con ello, lejos de ganar adeptos para su caudal y la de sus líderes  y amedrentar a la población, la indignan y unen en su contra.

Como ocurrió en nuestro pasado reciente con las Farc, cuya desmovilización parcial no puede atribuírsele a razón diversa, que al convencimiento al que esa organización llegó, del repudio general que sus acciones alcanzaron y al desprecio de que llegaron a ser objeto entre el grueso de la opinión por sus violentos procederes, demostrados con las muchas marchas que en su contra se realizaron por toda la geografía patria.

Porque la resistencia y la unidad del grueso de la población, evidencian en todo tiempo y lugar, que son las armas más eficaces contra el injusto, tal como lo reflejan los innumerables ejemplos que en tal sentido brinda la historia.

Y Colombia no puede constituir la excepción y continuar silente ante lo que viene ocurriendo, de manera sin fin y expoliada por la politiquería, el narcotráfico, la corrupción y todas las formas que adoptan el crimen y el afán del fácil lucro, las cuales nos alejan cada vez más de la justicia social y el desarrollo.

El actual momento se nos está mostrando como marco ideal de amplia y pacífica reflexión, contra las graves circunstancias que a todos nos están afectando.

Por ello esperamos  que el eco del silencio de la multitudinaria manifestación de Cali, que ya se replicó en Ibagué y de seguro lo hará en otras ciudades, llegue a alcanzar el valor de una colectiva censura contra el crimen y la maldad de los perversos, con la esperanza de que en cuanto esta se dé de manera generalizada, el país se encausará por la senda de una sana democracia y una paz verdadera.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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