La Gobernación del Tolima

Olga Beatriz González Correa

Expone el ibaguereño, Álvaro Cuartas Coymat, en su ensayo, “El Estado Soberano del Tolima”, consignado en el “Manual de Historia del Tolima”, que el maestro Darío Echandía contaba en una de sus cátedras universitarias una maravillosa anécdota sobre la creación del Departamento; y es que, a falta de un escritorio en el Alto Raizal, en inmediaciones de la población de Guaduas, el general Tomás Cipriano de Mosquera había firmado el decreto de creación del Tolima, “sobre la silla de montar de un macho bayo llamado El Venado”.
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Este comentario del maestro Echandía denotaba su capacidad para exponer de manera sencilla y anecdótica, los elementos más encumbrados de nuestra historia. Sin embargo, su narrativa y oralidad no fueron las únicas virtudes del Maestro, también se resaltaba su capacidad para hacerse sobresalir en momentos difíciles que demandaban una alta responsabilidad política, como los que le tocó asumir durante su vida pública.

Uno de esos retos que realizó con lealtad por las ideas de transformación del País, fue el de acompañar y dirigir “La Revolución en Marcha” de Alfonso López Pumarejo, junto a connotados jóvenes liberales, algunos de ellos tolimenses. 

Otro de los retos que enfrentó fue el de tomar las riendas del Departamento del Tolima, en 1958, al ser designado gobernador por el entonces Presidente Alberto Lleras Camargo, en uno de los momentos más violentos de la historia del país. 

María Victoria Uribe en su artículo, “Violencia y masacres en el Tolima: desde la muerte de Gaitán al Frente Nacional”, expresa que durante la gobernación de Echandía los índices de violencia bajaron gracias a que él “inaugura un nuevo estilo de gobierno departamental (…), se ponen en ejecución diversos planes de desarrollo y se firman una serie de pactos de paz, avalados por el gobernador, entre veredas y pueblos enfrentados a muerte desde el asesinato de Gaitán”. 

Estos elementos de referencia son necesarios para describir el talante y la capacidad que se requiere para hacerle frente a las vicisitudes actuales de nuestro Departamento. Estoy de acuerdo con la postura que tienen diversos intelectuales de la región, que respondieron a mi columna anterior, haciendo énfasis acerca de la necesidad de ideas renovadoras y del cambio de rumbo en la gobernabilidad del Tolima, y tengo la convicción, al igual que ellos, que se requiere un esfuerzo de distintos actores para poder realizar las transformaciones que la tierra del Bunde demanda.

Sin embargo, no pensamos caer en las trampas de la política y es necesario hacer salvedades. En primer lugar, proyectar una candidatura que pueda denominarse como “independiente” en el marco de la actual coyuntura, solo servirá a la consolidación de un proyecto político hegemónico conservador en el Tolima, que no tiene otro propósito que el de acabar cualquier fuerza distinta al azul de metileno y consolidar un poder de 12 a 20 años, en donde las demás fuerzas se vean como un apéndice.

En segundo lugar, no estoy de acuerdo en la tesis de “la lucha de titanes”, aquí se requiere un ejercicio colectivo de contención contra el Leviatán, contra el autoritarismo subregional que subyuga a sus ciudadanos. Nuestro partido Liberal en el Tolima, con todas las vicisitudes y con un alto sentido de la reflexión y autocrítica así lo entendió, fuimos casi únicos en el territorio nacional que nos rebelamos a las directrices oficialistas del Partido, en apoyo a las fuerzas del Cambio que venían irrumpiendo y que hoy se consolidan como gobierno; así lo he expresado en el Congreso de la República. Mis ideales son férreos y mi determinación clara de acompañar el proyecto de cambio, no concuerdo con aquel congreso liberal de 1937 que fue menor a las reformas profundas de la Revolución en Marcha. 

Así lo pensamos, así lo estamos construyendo como partido, una propuesta que profundice las ideas liberales de transformación del país, que tenga al Tolima como motor del cambio, modificando las conductas del manejo de lo público. Tal y como diría el Maestro Echandía en el discurso de aceptación como gobernador del Tolima, “Lo que la Constitución quiere, no es llevar la querella partidista a todas las casillas de la administración, sino que cada uno de los funcionarios sienta que no ha ido allí a defender los intereses de su partido, sino a realizar una tarea administrativa para el bien común.”

OLGA BEATRIZ GONZÁLEZ

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