Campo para el campo

Óscar Barreto Quiroga

Este esquema social al cual nos obligó la pandemia para volver a casa como guarda protectora, eliminar la vida social, guardar distancia, evitar la prisa, tener austeridad en el gasto y el consumo, cuidar la vida y muchos más, nos obligan a ver más allá, sobre lo que puede y debe suceder para convertirnos en actores de la construcción de un nuevo modelo de vida y sociedad.
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Las dinámicas producto de la crisis imponen una reinvención total en lo económico y social, ante los desafíos y modelos adaptativos que se deben asumir para afrontar la misma, tienen más valor hoy, la tierra productiva, el conocimiento, las tecnologías de la información y las comunicaciones y por supuesto las energías renovables y alternativas, las grandes urbes hábitat por revaluar, se han vuelto monstruos insaciables de consumo, contaminación, de fenómenos sociales de inseguridad, donde la salud mental se ve cada día más afectada por tantos conflictos, tantos encuentros y desencuentros, por falta de una verdadera sensibilidad e identidad.

En el Tolima la tierra ha sido nuestra mayor riqueza, nuestra mayor fuente de ingreso, me refiero a la tierra que produce alimentos, en gran número en manos de muy pocos lamentablemente, por eso puedo decir que somos herederos de jornaleros, de agricultores, el campo ha sido el motor de nuestra economía y ahora el campo vuelve a ser nuestra gran oportunidad, pero esta vez debemos ver el campo como una empresa, al campesino como el empresario agrícola, debemos hacer una gran apuesta en apropiación de conocimiento técnico, de TIC, ligado todo esto, al desarrollo de un ambiente sano y sostenible, donde la producción limpia y orgánica estén en primera línea. Tenemos la gran oportunidad de un verdadero desarrollo rural, para potenciar nuestra naturaleza de campesinos, lo que somos y debemos mostrar con orgullo, la riqueza de nuestra tierra y la variedad de nuestros productos.

Debemos darle campo al campo, el espacio merecido por tantos años, pero tan maltratado por violencia y abandono del Estado, el gran salto social y económico está allí, la gran oportunidad de combatir la pobreza en la ruralidad de nuestras familias campesinas tan excluidas; se tiene una enorme responsabilidad social, los gobiernos regionales y locales, como lo hicimos en los nuestros, están obligados a grandes inversiones y apuestas, así deberán quedar consignados en metas y planes de acción, para hacer realidad estos anhelos.

OSCAR BARRETO QUIROGA

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