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Cuando ya creíamos superadas esas desgastadas y viejas costumbres, esa facción del partido rojo las renovó con bombos y platillos, creyendo que la gente aún les cree, que pueden instrumentalizar los medios y la justicia para sus fines electorales.
Los expositores, curtidos y tradicionales representantes de esas costumbres, de manera ordenada y sometidos a unas diapositivas, leían el libreto maquillado y mentiroso, que, tomando cifras oficiales, acomodaban a su “morning show” mediático, varios imputados reconocieron allí, haber estado o estar, en procesos penales por delitos tan delicados como el homicidio, relación con grupos al margen de la ley y CORRUPCIÓN. Varios se salieron del libreto para darle paso al discurso veintejuliero amenazante, buscando intimidar o persuadir a los comunicadores y asistentes al recinto.
Inquietos muchos se miraban, reflejando en sus rostros el cansancio por esta práctica, mala práctica política, generadora de odio y violencia, tal era el afán que terminaron afanados, angustiados los oferentes y con muchas explicaciones que dar en términos de las cifras, los ataques y la pobre presentación. La Universidad del Tolima hoy con un superávit de más de $6 mil millones, acreditada en alta calidad académica quiso ser desprestigiada, lo propio quisieron hacer con el hospital Federico Lleras Acosta, en sus sedes de La Francia y Limonar, reconocido por la actual ministra de Salud como uno de los mejores del país en prestación del servicio y en el manejo administrativo.
Entiende uno los afanes electorales, las angustias personales de quienes durante décadas ostentaron el poder en el Tolima y no hicieron mucho. Ojalá el debate electoral se haga sobre los argumentos, las propuestas y la verdad, porque la mentira hizo metástasis en el Tolima.
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