La revocatoria de Petro

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Que ya no es en marzo, que será en abril. La crisis de Bogotá continúa prolongándose sin que se avizore una solución. El aplazamiento de las elecciones para que los ciudadanos se pronuncien sobre si Petro se va o se queda (si no prospera la destitución impuesta) es un indicador de la cantidad de intereses soterrados que rodean este caso. Eso es evidente. Pero en el fondo hay un debate mucho más interesante que casi no se ve: la crisis del actual sistema de gestión administrativa de la capital, que es un fracaso. Con él, es casi imposible que haya un buen alcalde.

Bogotá es, para empezar, un monumento al excesivo centralismo que ha gobernado a Colombia, el cual se ha revelado totalmente ineficiente e ineficaz para gobernar un país tan diverso como el colombiano. Se ha creído siempre que Colombia es homogénea y no, es heterogénea. Peor aún, se ha pensado que Colombia es un país y en realidad son varios, y hoy por hoy, uno de esos países es Bogotá, una especie de ‘collage’ de los países que integran Colombia. Es una megalópolis caótica e inviable con precaria calidad de vida, aun así cerca de nueve millones de personas persisten allí porque están convencidas de que por fuera no existe futuro. En Bogotá cada persona pierde, en promedio, entre una y tres horas al día movilizándose, esto es casi un día a la semana. Los problemas de movilidad son críticos.

Gracias al actual sistema administrativo unos grupos muy poderosos se hicieron con el control de los grandes negocios que genera la ciudad, el transporte, la recolección de basuras, la salud, la educación, negocios que son altamente lucrativos para ellos pero absurdamente caros para los ciudadanos. Personalmente he comparado las tarifas de recolección de basuras de Bogotá con las de Madrid y Londres (la ciudad más cara del mundo) y son más altas. Esto no tiene explicación racional. Petro se ha enfrentado a esos carteles y le está costando la cabeza. Esta esta es la razón verdadera de la destitución de Petro y de la revocatoria, a Petro no lo quieren sacar porque sea un mal alcalde (que lo es) sino por atentar contra los grandes intereses y privilegios de quienes tienen negocios con el distrito. Para ellos los bogotanos son vacas lecheras.

El sistema de gestión administrativa de la capital hay que replantearlo totalmente. Hasta tal punto que me pregunto si no sería más conveniente dividir la ciudad en varios distritos y que el área metropolitana fuese planificada por una Junta. El régimen de contratación, por ejemplo, a pesar de estar lleno de trámites engorrosos y kafkianos no ha servido para evitar la corrupción y mucho menos la politiquería. Sería interesante conocer el costo per capital de la corrupción y la politiquería en Bogotá. La mayoría de concejales son ilustres desconocidos para la ciudadanía en general. La manera de integrar el cabildo distrital tiene que cambiar. Hay que crear distritos electorales, para asegurar que toda la ciudad tiene representación. En realidad Petro no es responsable de la crisis que vive la capital de la república. Esta tiene, cuando menos, treinta años de acumulación.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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