Casi dos siglos de soledad

Guillermo Pérez Flórez

El 3 de marzo de 1815 comenzó sesiones la Serenísima Convención Constituyente y Electoral de la República de Mariquita, con el propósito de darse una constitución política y ratificar su deseo de ser independiente y libre. El martes de esta semana, en consecuencia, se cumplen 200 años de ese hecho.

Esta efemérides permite una reflexión en torno a lo que ha sido el discurrir de la provincia colombiana en general. A comienzos del siglo XIX el virreinato de la Nueva Granada tenía 14 provincias más o menos homogéneas.

Antioquia, Cartagena, Casanare, Chocó, Cundinamarca, Mariquita, Neiva, Pamplona, Popayán, Santa Marta, Socorro, Riohacha, Tunja y Valle del Cauca, conformaban sus epicentros gravitacionales.

Las provincias de Mariquita y Neiva, como se sabe, fueron la base del Estado Soberano del Tolima, que posteriormente bajo la constitución de 1886 se transformaría en el Departamento del Tolima. Fueron el Tolima antes del Tolima. Puede decirse que a partir de esa fecha comenzó, en el caso de Mariquita, un marchitamiento progresivo de su vida económica. Pero el suyo no es un caso único. En realidad, el diseño institucional imperante desde esa época, viciosamente centralista y de espíritu colonial, es el responsable de que hoy Bogotá, Antioquia, Valle y Santander, produzcan más del 54% del PIB nacional, y Chocó y Arauca apenas el 0.5% y el 0.8%, respetivamente, a pesar de su riqueza en oro y petróleo.

Según fuentes históricas, para 1815 Bogotá tenía una población inferior a 25 mil personas, y la Provincia de Mariquita toda, que iba desde La Palma (Cundinamarca) hasta Chaparral en el sur de Tolima unas 60 mil. La asimetría de crecimiento demográfico y económico actual es el resultado de ese modelo centralista y colonial que es preciso superar. Dicha estructura ha creado situaciones aberrantes no solo en movilidad sino en materia de inclusión social y seguridad ciudadana, y esto es sencillamente insostenible.

La constitución de 1991 representó un avance importante en materia de derechos fundamentales y en mecanismos de protección de esos derechos. Y consagró también la autonomía territorial y que el municipio era la entidad fundamental del Estado. Sin embargo, la realidad es que 24 años después de ser expedida Colombia sigue padeciendo ese centralismo que va en grave detrimento de quienes viven en la provincia y se quedan por ello sin oportunidades para desarrollar un proyecto de vida acorde con sus sueños.

Es hora de avanzar hacia un reparto de competencias y tributos más equitativo entre las entidades territoriales y la Nación, que se queda hoy con más de 70% de todos los ingresos. Al repasar el texto constitucional de Mariquita encuentro que tal era uno de los propósitos del gobernador presidente José León Armero y los constituyentes, al expedir una Constitución que solo reconocía al Congreso de las Provincias Unidas facultades en los ramos de Hacienda y Guerra, conforme al Plan de Reforma acordado en septiembre de 1814.

Estamos en mora de abrir una discusión en torno a las relaciones entre el poder central y la provincia, y poner fin a lo que han sido casi dos siglos de soledad y olvido.

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