El triunfo del PRI en México

El pasado domingo, mientras en Ibagué disfrutábamos el cierre de nuestras tradicionales fiestas del folclor, en México se vivía una intensa jornada electoral para elegir presidente, senadores, diputados federales que equivalen a los representantes a la cámara en Colombia, alcaldes y gobernadores en algunos estados.

La batalla fue librada por los pesos pesados de la política mexicana, por un lado el PAN (partido de acción nacional), actual dueño de la presidencia de México y que llevaba dos periodos consecutivos al frente del poder; por otra parte el PRD (partido de la revolución democrática), que contaba con el respaldo de una coalición de fuerzas de izquierda; y por ultimo el PRI (partido revolucionario institucional) que tras haber gobernado durante 70 años, había perdido el poder en el 2000, declarándose desde aquel entonces como el partido opositor al gobierno y entrando en un proceso de reingeniería que tarde que temprano se esperaba redituara en una victoria electoral.

Pues bien, según el conteo rápido realizado en las urnas instaladas a lo largo de México, el gran ganador de la contienda fue este último, quien no solo se llevó el premio mayor ganando la presidencia de la república con su candidato Enrique Peña Nieto, sino que también logró acaparar la mitad de las gobernaciones en disputa y hacerse a las mayorías en la cámara de diputados federales y a una amplia fuerza en el senado.


Estos resultados, me trajeron a la memoria las estrategias que me compartían el año pasado dirigentes de este partido en reuniones sostenidas en el distrito federal, sobre las cuales estoy convencido fueron definitivas para la contundente victoria electoral, especialmente la presidencial.


En primer lugar, presentaron un candidato joven, con buena imagen y de gran experiencia en lo político y lo público ya que a pesar de sus 45 años de edad, cuenta con una importante trayectoria que lo había llevado a ocupar entre otras dignidades, la gobernación del estado de México.


En segunda instancia, sus promesas de campaña se convirtieron en poderosos caballos de batalla que lograron tocar las fibras de los millones de electores que le dieron el sí en las urnas; principalmente, su promesa de promover una reforma política para eliminar 100 diputados federales tuvo gran aceptación, adicionalmente, la oferta de recuperar la paz y la gobernabilidad en un país que ha vivido decenas de miles de asesinatos producto de la guerra contra el narcotráfico, el sueño de lograr un crecimiento económico y la disminución de la pobreza teniendo en cuenta que hay mas de 15 millones de mexicanos afectados por este flagelo y el ofrecimiento de crear la comisión nacional anticorrupción para hacer frente a esta problemática que se ha incrustado en los diferentes niveles de poder, entre otras, fueron determinantes a la hora de ganarse las mayorías.


Por ultimo, la estructura de su partido hizo la gran diferencia para derrotar a sus contendores; los Priistas están muy bien agremiados en tres grandes sectores, el agrario, el obrero y el popular, cada uno cuenta con una organización, presupuesto y estrategias muy bien diseñadas para mantener todo el tiempo el apoyo a sus militantes, no solo en lo político sino en las diferentes necesidades de su vida cotidiana.


En conclusión, no solo gano el PRI sino también México y toda Latinoamérica, porque una vez más triunfó la democracia y sus instituciones; ahora esperemos que las promesas se consoliden en realidades y que nuevos vientos guíen por el mejor de los rumbos al que siempre será el México lindo y querido.

Credito
CESAR PICÓN

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