En su último discurso como alcalde de Bogotá, Gustavo Petro dijo que el Presidente Santos estaba incapacitado para hacer la paz de Colombia. Me pregunto, si solo está incapacitado para eso, o quizás también lo esté para gobernar el país. Me lo pregunto no solamente porque con el caso del Alcalde de Bogotá, pareciera quedar claro que, el actual es un gobierno complaciente de los intereses de las intocables élites económicas y políticas de este país, sino también por muchos otros interrogantes.

¿Estará incapacitado para gobernar, un mandatario que no ha mostrado el más mínimo respeto por la voluntad de los pueblos, cuando legitima y soberanamente se han pronunciado a través de consultas populares para decidir sobre el futuro de su territorio, y que por el contrario, no solamente las ha desconocido, sino que también se ha dado a la tarea de construir todo un andamiaje legal para amilanar a gobernantes y ciudadanos que confían en estos mecanismos constitucionales para solucionar sus conflictos?

¿Lo estará, un Presidente que en lugar de ser sensible frente a las movilizaciones de cientos de miles de compatriotas que han salido a las calles a reclamar sus derechos, salga con respuestas ridículas como la de “ese tal paro agrario no existe”, y no acuda oportunamente a proponer soluciones a sus necesidades?

¿Logrará el Presidente - Candidato recibir el respaldo en las regiones, cuando dirige el gobierno más centralista de la historia reciente del país, que no solo sustrajo a departamentos y municipios la mayoría de recursos que antes venían recibiendo por regalías, sino que se empeñó en concentrarlos en el nivel nacional para desde allí manipular a su antojo las inversiones?

¿Cómo confiar en un Presidente que no cumple sus promesas. Si en la época de campaña, en un debate con Antanas Mockus, dijo que podía “firmar en piedra o mármol” que no iba a subir los impuestos, y lo que vimos fue una reforma tributaria que además de gravar con impuestos varios productos de la canasta familiar, aumentó los que tienen que pagar muchos asalariados y trabajadores a cuenta propia?

¿Cómo entender que la desaforada ambición por la reelección, haya llevado al Gobierno a constituir una arrolladora coalición de “Unidad Nacional”, que poco está cimentada en una agenda conjunta de país, sino más bien en una dulce “mermelada para todos”, que por cierto no ha hecho más que terminar de corromper la política en las regiones?

¿Acaso estará incapacitado, un gobernante que so pretexto de llegar a un cese del conflicto armado, viene exponiendo a los millones de colombianos a un proceso de diálogos de nunca acabar, pero sobre todo bajo unas condiciones indignas, en las que el Estado debe aceptar que mientras los jefes guerrilleros están sentados a manteles en La Habana negociando parte del futuro del país, aquí en Colombia sigan asesinando, secuestrando, extorsionando, y humillando al pueblo colombiano?

Quizás queden muchas más preguntas por hacerse. Por lo pronto, que cada quien haga sus propias reflexiones y determine si el Presidente está o no incapacitado para gobernar. Eso sí, sin tener en cuenta la incontinencia de Juan Manuel.