establece que el modelo de desarrollo que se ha implementado en las áreas rurales de Colombia no promueve el desarrollo humano y hace más vulnerable a los habitantes rurales, es inequitativo, excluyente, discrimina a las mujeres, concentra la propiedad rural, es poco democrático, y no promueve la sostenibilidad ambiental. Y con relación a la democracia y el bienestar, dos dimensiones del desarrollo humano, estas son afectadas negativamente por la persistencia de las élites polÃticas en los territorios rurales.
Además el informe determina, reafirmando la vieja hipótesis de la brecha, que las diferencias del bienestar entre la población urbana y rural es cada dÃa más grande, lo que se evidencia con el contraste entre los niveles pobreza urbano-rural, las grandes diferencias regionales, la concentración de la propiedad, y el hecho de que no existen tendencias de convergencia entre las regiones y entre las ciudad y el campo.
También concluye que las actividades económicas tradicionales están en disminución por el desarrollo de actividades económicas como la minerÃa, la ganaderización y los biocombustibles.
Además las actividades ilÃcitas como el cultivo de coca y la minerÃa ilegal afectan las economÃas rurales licitas y la ampliación de la frontera agrÃcola sin control deteriora el medio ambiente.
Determina este estudio que la estructura de la tenencia de la tierra y los patrones de ocupación y explotación económica del territorio en Colombia dan origen a distintos conflictos, convirtiéndose en un obstáculo para el desarrollo humano de los habitantes rurales ya que existe una relación inversa entre la concentración de la tenencia de la tierra y el desarrollo humano.
Con relación al Estado, este tiene una baja capacidad de intervención en el territorio rural debido a que las instituciones diseñadas para atender lo rural son obsoletas, por lo que la demanda de la población rural supera las polÃticas agrarias, sumando a esto que el gasto público es inestable.
El informe sobre desarrollo humano “Razones para la esperanza†establece la necesidad de replantear el modelo apostándole al desarrollo humano, esto es en términos de Amartya Sen, generar condiciones de desarrollo basadas en la libertad.
El Estado debe ordenar el territorio con el fin de hacerlo más eficiente con relación a los factores de producción y menos conflictiva respecto a la ocupación y el uso del territorio.
Además, se requiere un nuevo desarrollo institucional como un componente transversal necesario para que el campo despegue y, en términos del PNUD, seguridad humana como complemento a la polÃtica integral de tierras y a la lucha contra la pobreza.
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