El Tolima y el Plan Nacional de Desarrollo

Hugo Rincón González

Mucho se comenta por estos días de la reunión que sostendrá la bancada parlamentaria del departamento del Tolima con el presidente Duque. Se habla de la gestión que deben hacer los congresistas de recursos del Gobierno nacional para obras estratégicas y fundamentales para la región. Los temas son los habituales, es decir, los escenarios deportivos de Ibagué destruidos en el contexto de la preparación de los juegos nacionales, las vías terciarias de los municipios que impiden hacer más eficiente y competitiva la producción agrícola especialmente de los campesinos, además de lo referido a las expectativas de las comunidades alrededor de la implementación de los acuerdos de paz, entre otros.

Desde las voces que escuchamos se menciona que es justo que el gobierno Duque asigne una buena partida presupuestal, teniendo en cuenta que, en la elección presidencial del año anterior, el Tolima fue uno de los departamentos donde el hoy presidente ganó en todos los municipios. No sé si este sea el argumento estrella de la negociación, si tenemos en cuenta que esto mismo le podrán decir en todas las regiones donde ocurrió algo similar.

Más que en una negociación puntual del presupuesto, el Tolima debería apuntarle a que estos grandes temas sean considerados en el Plan Nacional de Desarrollo que debe aprobar el congreso de la República. Hay que recordar que hay unos tiempos importantes que son: debe presentarse los primeros días de febrero, luego se le debe dar el primer debate en las comisiones de asuntos económicos de ambas cámaras en sesión conjunta en un tiempo improrrogable de 45 días. Luego con base en el informe rendido en el primer debate cada una de las cámaras en sesión plenaria discutirá y decidirá sobre el proyecto en un período de otros 45 días.

Como quien dice el gran tema de discusión política en el Congreso de la República comenzando este año, será el Plan Nacional de Desarrollo, momento en el cual no solamente los congresistas y el Gobierno acuerdan la hoja de ruta de los próximos 4 años, sino que históricamente aprovechan este trabajo legislativo para colgarle cuanto mico se les ocurre.

Los legisladores tolimenses deberían entonces jugar un papel destacado en la discusión del Plan Nacional de Desarrollo, asumir posturas con relación a su enfoque, defender los intereses de los sectores más vulnerables y no de quienes han gozado de todas las prebendas y privilegios, incidir en la definición de los programas e inversiones que requiere el departamento y sobre todo garantizar que las aspiraciones que tienen los territorios y pobladores donde se han hecho los ejercicios de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial no queden nuevamente truncadas y traicionadas.

En una discusión que se daba entre diferentes actores económicos sobre la importancia del Plan Nacional de Desarrollo y lo que se juega el país una vez se apruebe el mismo, se hablaba de lo que ganaban los empresarios y supuestamente la patria, pero poco se mencionaba cómo iban los pobres en ese instrumento que debe contribuir a resolver los problemas estructurales del desarrollo de la nación.

Ojalá el Plan Nacional de Desarrollo no le siga apostando a la gran minería, ahondar en el modelo económico neoliberal, profundizar las desigualdades sociales que vemos en todas las regiones, sino que se oriente a resolver las inequidades e injusticias en aras de construir una sociedad que sea cada vez más democrática, incluyente y participativa. Seguramente me dirán que estos deseos son una ingenuidad si tenemos en cuenta lo que representan quienes gobiernan y legislan, tendrán razón, pero eso no impide que siga reivindicando la idea de que otro país es posible.

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