Yo voto contra el golpismo

Rodrigo López Oviedo

Han llegado al cierre las campañas de elección de alcaldes y gobernadores, al igual que de diputados y concejales.
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Todo parece indicar que no habrá sorpresas en las urnas y que, al menos en el Tolima, seguiremos en manos de la derecha, es decir, de los mismos que han privilegiado la satisfacción de su angurria, antes que el desarrollo de la región y el buen vivir de sus habitantes.

Como se vieron las cosas, ni siquiera Mauricio Jaramillo, quien representó un contentillo bobalicón para quienes estamos en contra de esas opciones, hubiera podido enfrentarlas con éxito, así  de su candidatura no hubiera dado buena cuenta el CNE al percatarse de su condición de hermano de un ministro, antes alcalde de ingrata recordación.

Para Ibagué, lo de esperar es que siga administrado por las derechas, bien las de Hurtado o bien las de Barreto, máxime ahora que están respaldadas en cruz por el Centro Democrático. Con el triunfo de cualquiera de las dos, quedará demostrada una vez más la importancia del tamal y del cemento, de una nómina burocrática y de contratistas bien administrada, de una buena carga de demagogia en cada discurso y de una abultada billetera seduciendo al lumpen electorado.

La anterior es, por supuesto, una conjetura en la que quisiéramos errar, pues nuestras preferencias están a favor del Pacto Histórico. Lamentablemente, son pocas las posibilidades de éxito que ofrece esta colectividad. Su candidato, Marco Emilio Hincapié, y el de Alianza Verde, Renzo García, también buen candidato, no pudieron superar sectarismos de poca monta y una notoria ambigüedad: Renzo, la de llamarse verde con la mira puesta en el electorado del Pacto Histórico; y Marco Emilio, la de ser el candidato del Pacto Histórico, pero adelantando su campaña prácticamente al margen de esta colectividad.

Claro, hay soluciones. A Renzo le bastaría con renunciar a los verdes, donde hay muchos que no lo quieren, e ingresar al Pacto Histórico, donde es mucho lo que puede aportar. Y a Marco Emilio, untarse de pueblo, que es donde está la razón de ser del Pacto Histórico. Esto pondría a dichos dirigentes en la senda de lo que ahora requiere el Pacto, que es revertir en las calles la adversa correlación de fuerzas que tiene en un Congreso cada vez más remiso a implementar las transformaciones que el pueblo colombiano reclama.

Volver a la calle obligaría a las derechas a conciliar, no con un Petro acorralado en su palacio, sino apertrechado entre las masas, defendiendo su programa. Mientras tanto, votemos por Marco Emilio, que es tanto como votar contra el golpe que se está cocinando contra nuestro presidente.

 

Rodrigo López Oviedo

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