Un primero de mayo especial

Rodrigo López Oviedo

El Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, es una conmemoración instituida para rendir homenaje a los Mártires de Chicago, un destacado grupo de líderes obreros que, en los primeros días de mayo de 1886, dirigieron en aquella ciudad las más combativas movilizaciones por reivindicaciones tan importantes como la reducción de la jornada laboral a ocho horas, lo cual los convirtió en objeto de los más altos decibeles de represión, que terminaron en amañados procesos judiciales y en el asesinato en la horca de cuatro de ellos: Adolph Fisher, Albert Parsons, Auguste Spies y George Engel.
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La historia no los olvida, y menos la nuestra, que tiene motivos sobrados para homenajearlos, pues así como ellos entregaron su sangre para hacer más digna la vida de los trabajadores, también los trabajadores colombianos la han derramado a raudales en busca de hacerse partícipes de las inmensas riquezas en cuya creación han sido tan pródigos y de cuyo aprovechamiento han alcanzado tan poco.

Los colombianos tenemos hoy un presidente de la República con ropajes políticos distintos a los de sus antecesores; ropajes que viste con el orgullo propio del que no quiere diferenciarse de quienes considera sus iguales, por más que estos sean mestizos, negros, zambos, raizales, indígenas o palenqueros; por más que sean obreros, campesinos, arrieros, artesanos o desempleados; por más que sean niños, ancianos, LGBTIQ+ o madres solteras; por más que enarbolen banderas rojas, azules o de terceros colores. Independientemente de cuál sea la condición de sus gobernados, Petro se les arrima con propuestas de cambio, y recibe de las mayorías un irrestricto respaldo, aunque hay otros que están del lado de sus contrarios. ¿Engañados? Por supuesto; y ello nos impone la tarea de reencausarlos.

Hoy necesitamos de Petro. La clase dominante quiere derrocarlo y, mientras pueden, frustrarle sus propósitos de cambio. Este Primero de Mayo, y más cuando hemos sido convocados por el mismo Petro, debemos convertirlo en ocasión especial para hacerle sentir a nuestro líder que el pueblo lo acompaña, pero también para notificar a los enemigos de su gobierno y de sus cambios que tales gobierno y cambio también son nuestros, y que haremos lo necesario para defenderlos como preámbulo de la tarea de convertir a nuestro país en un manantial generoso de felicidad para todos.

Este Primero de Mayo mostraremos esa fuerza poderosa que jamás nadie ha mostrado y notificaremos a los opositores que la calle es nuestro escenario de luchas y no la pasarela del engaño en que quieren convertirla para afianzar desde ella sus mezquinos intereses.

Este Primero de Mayo es, pues, una conmemoración especial. A ella no podemos faltar.

Rodrigo López Oviedo

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