¿El día del aguardiente?

Me niego a imaginar que los tolimenses de todas las edades, el 22 de junio de cada año, para celebrar el Día del Aguardiente Tapa Roja, nos pongamos a ingerir este licor y, como consecuencia de ello, se produzcan actos de violencia, violaciones, incremento de embarazos, y hasta muertes.

Me niego a imaginar que los tolimenses de todas las edades, el 22 de junio de cada año, para celebrar el Día del Aguardiente Tapa Roja, nos pongamos a ingerir este licor y, como consecuencia de ello, se produzcan actos de violencia, violaciones, incremento de embarazos, y hasta muertes.

El proyecto de ordenanza de la Asamblea, promovido por la bancada de diputados conservadores, sobre esta celebración, suscita tantas controversias, sabiendo que el consumo de aguardiente, que es una bebida alcohólica, está prohibido a menores de edad. Además atentando contra el derecho fundamental a la salud.

Tampoco me parece ingenioso que la letra del Bunde Tolimense, versión de Nicanor Velásquez, que es la más popular, en su segunda estrofa exalte el aguardiente porque “es más valiente y leal” y que se repita por lo menos dos veces en cada acto solemne. Todos sentimos emoción y nos vibra el alma con nuestro himno, pero no acogemos nuevas propuestas.

Celebrar el Día del Aguardiente es dar aceptación social al consumo de esta bebida alcohólica, cuya venta está permitida con restricciones. Entonces, que todos conozcamos los efectos inmediatos y mediatos de su consumo que comienza suscitando alegría y excitación a quien ingiere este licor (Baila, baila, baila, mis bambucos, mi Tolima, como dice la letra del Bunde), pero que puede llegar a producir la muerte, pasando por una “fase hipnótica o de confusión”, en la que se llega a problemas de coordinación motriz, luego a estados de inconsciencia y a la intoxicación y el envenenamiento.

No me parece acertado que se acepte la estrategia de la celebración del Día del Aguardiente, como estrategia de venta de este licor en momentos en que sus ventas tienden a llegar a cero. Hace 10 años se vendían dos millones de botellas de aguardiente y en 2012 esa cifra llegó a 706 mil; las ventas de 2011 fueron de ocho mil millones de pesos y bajaron a cuatro mil 866 en 2012. Muy seguramente seguirán bajando porque el distribuidor, Consorcio Tolima, no retira las cajas depositadas en la fábrica para la venta y porque tal contrato fenece, a solicitud de la gerente de la fábrica.

Entonces, lo mejor sería liquidar la fábrica, pensar e implementar otras estrategias novedosas que reemplacen los ingresos financieros esperados por la venta y consumo del aguardiente Tapa Roja.

Una idea puede ser la de concentrar a profesionales innovadores en algún lugar, a pensar fríamente cómo mejorar los ingresos propios del Departamento, entre ellos los que se originan en la venta de licores.

Credito
INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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