Educar para el buen trato a la mujer

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Colombia sigue formando para el maltrato, para la inequidad de género, para la violencia intrafamiliar, para la violencia sexual. No existe de manera generalizada una postura crítica y propositiva que contribuya a educar en el respeto por el otro, formar para la igualdad de géneros, formar para el respeto por la mujer y para la solución pacífica de conflictos.

Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, Colombia tiene 49 millones 503 mil 058 habitantes, de los cuales, 24 millones 347 mil 403 hombres y 25 millones 155 mil mujeres, es decir, que el 50.08 por ciento lo conforma la población femenina; 12.3 millones de mujeres, son madres cabezas de familia, de las cuales el 31 por ciento vive en condiciones de extrema pobreza.

Es claro que la formación de casi el 50 por ciento de la población queda en manos de las mujeres también responsables de la educación en el hogar y en el sistema escolar porque la mayoría de los docentes son mujeres. Entonces, por qué se sigue viviendo en un país con altos comportamientos machistas; un país donde aún en el campo de la educación somos débiles para prevenir e intervenir ante el maltrato.

El país legisla desde una óptica machista, la Ley de cuotas es discriminatoria, sólo el 30 por ciento de las mujeres debe hacer parte de los gabinetes en cargos de primer nivel; en las familias se empodera más al hombre para participar en la política siendo que la mujer debe hacer la diferencia en un país que tiene deuda retroactiva e indexada con ella; continúan empleos con diferente remuneración para la mujer a pesar de que se estén cumpliendo con las mismas funciones; se siguen creando leyes que no logran modificar la tiranía de género.

Es hora de asumir con ahínco la formación de los niños y los jóvenes para que le den un trato digno a la mujer.

Hay que tener claro que el ejemplo es fundamental, el discurso utilizado pinta la raya en la formación, los hombres desde niños tienen derechos y deberes en su casa, pero se ha venido dando una transposición de valores y exigencias que desfavorecen a la mujer desde la infancia.

Las madres aceptan sin mayor discusión tratos indignos de sus parejas con la excusa “es que así son todos”; lo único que se está logrando es dar una formación negativa a sus hijos porque repetirán los estereotipos de una u otra manera como algo natural.

Aun cuando el comportamiento humano puede ser variable dependiendo de las circunstancias, la responsabilidad de los padres no puede debilitarse al buscar que sus hijos varones comprendan la necesidad de dar cumplimiento a la bien conocida frase “a la mujer, ni con el pétalo de una rosa”..

tatianarojasoviedo34@gmail.com

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