Óptica periodística: ¡Qué cosa el caos vial!

Va contra toda lógica que una persona se gaste una hora desde la calle 50 hasta la avenida de los Arrayanes o calle 77, ya sea por la avenida Guabinal o por la avenida Ambalá. Eso no es digno de una ciudad capital como Ibagué.

Como menos digno, y carente de todo sentido, que usted no encuentre un solo Policía de tránsito ni autoridad municipal tratando de ayudar a desentrabar los nudos que se forman a lo largo de dichas vías, debido a las labores de recuperación de una parte de la carpeta asfáltica.
    
Es verdaderamente absurdo que en tramos tan cortos se permita una verdadera “ley de la selva” que atenta contra la salud mental de los conductores y pasajeros de vehículos públicos, privados y motocicletas. Pero no nos digamos mentiras, esta escena parece recurrente en todas partes de la ciudad ya sea en la mañana, al mediodía o en la noche.

Incluso los sábados a las 8:30 de la noche el taco vehicular es de “no te lo puede creer” donde se cierra una vía por una nueva construcción o por el reparcheo.


Me dicen que no importa el lugar de la ciudad donde se intervenga, pareciera existir una falta de planificación de tránsito y movilidad sobre el asunto, de coordinar el actuar del personal del contratista, de los funcionarios de tránsito y de la Policía para estar prestos a solucionar el problema de forma articulada.


Los policías de Colombia son verdaderos héroes; ello es totalmente cierto. Pero como a todo héroe es necesario exigirles más que a los demás mortales ya sea en horarios de servicio, en tiempos, en esfuerzos en cumplimiento de su deber, que deben ser totalmente diferentes al de movimiento normal de la ciudad, y en el tránsito de Ibagué necesitamos héroes dirigiendo el tránsito, planificando la movilidad, contribuyendo al incremento del número de desplazamientos y la reducción en esos tiempos para trabajadores, estudiantes y ciudadanos a todas horas, y más con el ritmo de crecimiento urbanístico de la ciudad y las intervenciones viales que por fin comenzaron.


Es necesario recordar que el ejercicio de planeación, planificación, gestión, gerencia pública estratégica y todo lo demás de las teorías de administración para las ciudades y territorios pasa por encargarse de los problemas micro, ya no de pensar, filosofar y diagnosticar sobre la macro; sino actuar, actuar y actuar sobre lo micro, lo que afecta, golpea y enrarece el estar y la vida del ciudadano es sus espacios cotidianos. Eso no es nada nuevo, no es descubrir el agua tibia, ya que desde Mockus y Peñaloza en Bogotá, Fajardo en Medellín se tiene claro el asunto.

Por su puesto, hay que tener claro lo macro, la resolución del gran problema que hará pasar al mandatario a la historia local y lo dejará con vigencia para su vida política futura, pero si no se soluciona lo micro la ciudad se destruye por dentro y con él al gobierno y al gobernante.  

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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