Tal vez lo dije antes

En estas últimas semanas se ha escrito y hablado mucho sobre la novela “La luz difícil”, del escritor colombiano Tomás González, tanto en publicaciones como en los círculos intelectuales y literarios del país.

Ya no recuerdo si ya dije algo en este espacio sobre ella (tengo la manía de no conservar copia de la publicación de mis textos, de ahí que a veces me repita) o fue en alguna charla o en una tertulia con mis amigos, lo cierto es que siento que debo escribir algo que no he dicho antes o presiento no haberlo hecho en ningún momento.

No es una gran novela, en lo que puede ser una obra totalizadora del tiempo y del alma de una sociedad ¿“Cien años de soledad”, de García Márquez, o “El libro de un hombre solo”, de Gao Xingjian, por ejemplo?, pero sí el testimonio de un drama intenso y emocional que, por eso mismo, agarra y conmueve al lector.

Es una tragedia personal y se identifica en la manera como el escritor contemporáneo mira el mundo, es decir a través de fragmentos de su cotidianidad.
Su estructura es simple, nada ambiciosa ni experimental, y a través de ella el narrador nos cuenta su vida. No está saturada de planos narrativos complejos y su recorrido del presente al pasado es como un juego de la memoria perfectamente normal.

El narrador está ubicado en La Mesa, Cundinamarca, y desde la finca de retiro recuerda su drama personal, escenificado especialmente en Nueva York. Esa rememoración es intensa, vívida, y en ese recuento identificamos la historia de tantos colombianos que han partido hacia el Norte en busca de mejores condiciones de realización para sus vidas.

No hay miseria ni mendicidad en este desarraigo, por el contrario es una familia con éxito en su inserción en una cultura diferente. Quien narra es un pintor, exitoso en su exilio pero próximo a la ceguera. La luz difícil es esa que busca plasmar en un cuadro que pinta paralelo al drama del deceso provocado de su hijo.

Como la estructura, el lenguaje en claro y cotidiano, pletórico de esa sencillez que es tan difícil de lograr para llegar a la maestría. Tal vez se cuelan los términos en inglés de su cultura adoptiva, pero eso les da mayor verosimilitud a los personajes.
    Las palabras exactas hacen que los sentimientos que cargan las páginas del libro se carguen también en el lector.
    Tal es la identificación que lo más probable es que el lector llore cuando los personajes lloran.
    Es una carga muy fuerte, esta de la soledad después de tanta vida junta…
Si lo anterior se los dije antes, me disculpan…

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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