La cultura en extinción

Según Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura, la cultura está en vías de extinción. O al menos la que hoy en día conocemos como tal.

En un libro que se publicará muy pronto en España, en uno de los pulpos multinacionales de la edición de libros, Alfaguara (también en vías de extinción), el notable escritor peruano desarrolla esta teoría en la que analiza cómo el espectáculo adquiere la suficiente preponderancia como para opacar y llevar a segundo plano el mundo intelectual y el arte, del cual nos hemos enorgullecido sin pausa a lo largo de los siglos.

Y, por tanto, ve como futuro la superficialidad por encima del análisis, la investigación por debajo el goce del instante, la falta de políticas culturales serias como causa del ocaso de la creación artística y del goce de las manifestaciones culturales en la sociedad.


Comparto tan apocalíptica visión sobre la cultura, estado al cual nos lleva inexorablemente el afán de poder económico de estados y multinacionales —capitalismo salvaje que llaman otros—, en el sentido de la inmediatez que produce satisfacer más las necesidades físicas que las espirituales, impulsar los instintos antes que la reflexión, simplemente porque produce más dinero, y los dueños de este saben que una masa de ignorantes es más sumisa, traga entero y no cuestiona, siempre y cuando le satisfagan sus apetitos primarios, sus instintos animales.


De ahí que el espectáculo haya degradado el concepto intelectual de la creación artística. A esa ignorancia habrá que agregarle la carencia de oportunidades, la falta de poder adquisitivo para combinar el goce de lo inmediato con el goce de lo perdurable, de no priorizar ninguna manifestación sobre otra sino aprender a gozarlas todas para lograr transitar una vida plena.


Esta pobreza de los países en desarrollo avala la llegada de tan desgraciada extinción con mayor rapidez y, aunque parezca increíble, habrá centenares de pueblos y comunidades a donde ya no llegará el conocimiento, no habrá bibliotecas y seguirán arrasando la tierra para abonar los escenarios donde nos mataremos por la supervivencia sin consideraciones en años venideros.


Y, claro, será más importante conseguir qué comer a qué leer, por ejemplo “La ciudad y los perros” o “El paraíso en la otra esquina”, de nuestro Nobel latinoamericano.


Claro, Mario (nuestra familiaridad es a duras penas imaginaria), usted tiene razón en muchas cosas, además de enseñarnos a escribir durante décadas, y duele saber que muchos seres humanos morirán sin haber tocado un libro o visto una película o asistido a una exposición o gozado de un concierto, y muchos de nuestros escritos nunca pasarán la línea invisible del anonimato.


¿Viviremos, entonces, la cultura de lo efímero, lo desechable, sin fórmula de solución?

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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