Típica celebración femenina

Sinforoso

Solo habían transcurrido unas horas de la mañana, cuando se hizo evidente en la atmósfera que teníamos encima una celebración típicamente femenina. Para empezar, las calles amanecieron atestadas de vendedores de flores, por cierto carísimas, y todos andábamos empecinados en obsequiar a nuestras compañeras de trabajo, una flor por su día.

Sin embargo, los reclamos no se hicieron esperar: “¿Una flor? ¡Qué tierno!” expresó mi esposa, para luego afirmar… “Y ese color rosa haría un juego estupendo con el bolso fucsia que me compraste el año pasado y que no he podido usar porque no tengo los zapatos adecuados”.

Los noticieros de televisión, dirigidos por féminas laboriosas, ya se habían amangualado con mi mujer: “Ellas no quieren flores, quieren viajes o zapatos”. ¿Dónde quedaron esos tiempos míticos en que se contentaban con un poema?

Un amigo cometió el error de regalarle a su mujer una caja de chocolates, y hasta hoy, no ha dejado de recibir cantaleta. Que cómo se le ocurre, que ella es hipoglicémica, que lo que quiere es engordarla, que mínimo a la moza si le regala diamantes y a ella la viene a embaucar con un chocolatico insignificante.

La esposa de mi amigo tiene una obsesión con la balanza. Es claro que este artefacto es su enemigo público número uno, y sin embargo, tiene una bajo la cama y otra en el baño, y se pesa sagradamente seis veces al día.

Es del tipo de mujer capaz de coger al marido en la mentira más mínima; no le cree ni media, y sin embargo, tiene una confianza ciega en las dietas que prometen bajar de peso en quince días. ¿Han conocido esas mujeres neuróticas que mantienen a dieta, pero se quejan porque nunca las llevan a un restaurante?

Una rápida visita a las redes sociales, también dio testimonio de que el día era típicamente femenino: No había forma de ponerlas de acuerdo: “Que es una celebración. No, que es una conmemoración. Que no me abracen. Que si me abracen. Que es el día de la mujer trabajadora y lean bien ciegos brutos. Que no, que es el día de la mujer, así no más, a secas. Que no nos feliciten que estamos de luto porque unas fulanas dieron su vida por nosotras hace más de un siglo. Que sí, que me feliciten.

Y como es difícil convidarlas a una fiesta sin que miren de reojo y con desconfianza a sus propias congéneres, en las redes tampoco se hizo esperar el detallito: Que esta conmemoración es para las que tienen cerebro, que las de busto grande y caderas voluptuosas no están invitadas, que solo para feministas, que no, que es para todas, que si usted es rubia y tonta no participa en estas conquistas laborales… ¡Qué cosita!

Mi jefe cometió el error garrafal de celebrar el día, organizando un encuentro internacional de mujeres exitosas en el Centro de Convenciones. Fueron invitadas 300 mujeres, y pasadas dos horas, el evento no había dado inicio.

Cuando tratamos de saber qué sucedía, la fila de carros entrando al parqueadero, era enorme… ¿Alguna vez se han visto 300 mujeres tratando de parquear… al mismo tiempo?

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