como ocurrió con el rescate del Palacio de Justicia, desembocará en la condena de los comandantes militares en la cárcel y la glorificación del jefe guerrillero caÃdo heroicamente en la generosa empresa de reivindicar las clases marginadas de Colombia.
El soldado que lo ultimó en combate sin conocer siquiera su identidad, convertido en asesino del héroe que se preparaba para entregarse, pero no tuvo tiempo de colocar sus brazos en alto como señal de rendición ni fue escuchada su voz que pedÃa piedad. Se alegará que hubo extralimitación en el empleo de la fuerza, abuso de autoridad, violación de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario. Ya la dama del turbante elevó su voz en un comunicado leÃdo por televisión y radio, acusando al Gobierno por haber interferido en la entrega de los secuestrados, y el propietario de la casa que fue cubil del lobo cuando buscó escondrijos en los vericuetos selváticos de las montañas caucanas después de escapar del Cañón de las Hermosas, escenario histórico de la insurgencia comunista. Presentó reclamación.
Algún renombrado Colectivo de Abogados, después de pasar de agache tras la farsa inicua de Mapiripán, hallará testigos falsos y fabricará otros para defraudar el tesoro público por medio de demandas descomunales contra el Estado en favor de las familias de las vÃctimas ultimadas inicuamente por el Ejército, en acción concentrada con una conocida ONG especializada en denigrar contra la Fuerza Pública del Estado, culpable por haber cohonestado el crimen de lesa humanidad. Todo esto por unos modestos honorarios que en el caso de Mapiripán apenas ascendieron a siete mil millones de pesos.
La inefable Corte Interamericana de Derechos humanos en su altruista función, siempre atenta a dar crédito de verdades evangélicas a las demandas del Colectivo de marras, fallará con magnificencia en contra del Estado colombiano, que asà aparecerá ante el mundo civilizado como violador sistemático del Derecho Internacional Humanitario, llevándolo a los últimos en la lista de Estados sátrapas.
Dios quiera que esta profecÃa funambulesca no se cumpla.
No se han disipado aún los clamores y plausos que acompañaron la reciente hazaña militar que acabó con la trayectoria criminal del cabecilla de las FARC, cuando ya comienzan a circular versiones encaminadas a demeritar la victoria militar, preludio de la metamorfosis que,
Credito
GENERAL ÁLVARO VALENCIA TOVAR
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