Los mapas rotos: una interesante antología

Los talleres literarios han ganado su espacio en la historia de la literatura, especialmente latinoamericana y se han consolidado como una propuesta válida para la formación de futuros escritores.

Estos territorios de creatividad, aprendizaje de técnicas y trabajo cooperativo han demostrado que es posible aproximarnos a lo que Dorothy  Wall  llamó “voz propia” y que ella misma definió como esa voz “que se encuentra  cuando se es uno mismo, hablando con naturalidad  y aprendiendo después  formas de guiar y afinar esa voz natural  para que cuente un relato que cautive al lector”.

El Taller de literatura Ibagué, dirigido por la docente universitaria Martha Fajardo Balbuena, con una existencia de cuatro años y que está inscrito en la Red de talleres que acompaña el  Ministerio de Cultura, acaba de publicar el libro “Mapas rotos, Antología del taller literario literatura – Ibagué”. Esta publicación contiene trabajos de veinte autores en la modalidad de cuento, crónica y minicuento.


En el libro se nos ofrece, no solo una variedad temática, sino también estilística que reafirma el postulado de que los talleres no son espacios para la uniformidad. Un ligero paneo por algunos textos, nos muestra a Margeris Campo Peñaloza quien recrea los hechos de la tragedia de Armero, sin demasiado dramatismo, pero con un tributo a la economía del lenguaje y a la construcción de la anécdota. Ricardo Arias con su cuento “El pibe” se dedica a armar desde  la sugerencia, una historia  elemental  que anula lo trascendental y se instala en la simplicidad retórica y estructural, mientras Daniel Mauricio  Montoya Álvarez desarrolla las vivencias estudiantiles, soportadas en el diálogo constante.


“Seis balas” de Jorge Romero Polanco aparece con un lirismo camuflado y el relato se convierte en todo un poema al desamor, gracias a la auscultación  de las intimidades de un personaje que oscila entre la nostalgia y la conquista del olvido. Carlos Arturo López nos sumerge en la veteranía narrativa  y en la delicadeza  de  las descripciones, mientras  Frank Mauricio  Durán construye sus relatos a partir de atmósferas bien definidas y Mónica del Pilar  Álvarez intenta sorprendernos con la macabra historia del recién nacido.


En esta antología también se incluyen textos de dos autores que  continúan cimentando su madurez narrativa como es el caso de Hugo Fernando Bahamón y  Daniel Padilla. Al lado de ellos aparecen otros autores que se asoman por primera vez al tentador, pero peligroso escenario de la publicación.


Grato pues que se entregue a la región y al país esta antología bien editada, que viene a ser como una especie de portafolio de lo que hace un grupo de autores en busca de su reconocimiento real como escritores.



 

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN

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