Los grandes colombianos de verdad

Benito Corrales antes que el sol comience a emerger por entre los montes cercanos, ya habrá logrado desyerbar los alrededores de los tallos de un surco de café, cortado un racimo de plátano, ordeñado su vaca e iniciado una jornada que no limita con el tiempo ni con los soles o aguaceros.

Benito Corrales antes que el sol comience a emerger por entre los montes cercanos, ya habrá logrado desyerbar los alrededores de los tallos de un surco de café, cortado un racimo de plátano, ordeñado su vaca e iniciado una jornada que no limita con el tiempo ni con los soles o aguaceros.

Su diaria labor va más allá de la semana y según la lista History Chanel su nombre, ni el de miles de campesinos con idéntico destino figura como uno de los “grandes colombianos”.

Don Cristóbal a sus ochenta años es el encargado de despertar al barrio con su enorme carcajada y mientras le pone unos plátanos maduros a los ocasionales pájaros que se arriman a los árboles de su casa, también limpia las vitrinas y espera que lleguen los clientes para atenderlos con su amabilidad, en su pequeña tienda, a donde llegó desplazado por las violencias recurrentes de su pueblo. 

Pero tampoco don Cristóbal hace parte de los candidatos por los cuales podíamos votar en  este concurso.

Carmen, la enfermera que debe trabajar en dos instituciones de salud para completar un salario decente; Marcos, el vendedor de baratijas que lleva cincuenta años arañando el sustento diario con hilos, agujas y botones; Simón que se trepa cada madrugada en una bicicleta ajena y se descuelga por las laderas de los sueños desafiando las curvas que algún día podrán sepultar sus ilusiones de llegar al profesionalismo; todos ellos, luchadores diarios para derrotar la pobreza y encontrar la dignidad en medio de tanta carencia, hacen parte de los millones de “grandes colombianos” que permanecen anónimos.

La metodología utilizada por el concurso de History Chanel a través de su página  web, no estaba blindada para hacerle frente a una maquinaria que ya había demostrado su eficacia al elegir y reelegir al mismo candidato a la presidencia de la república, con su política de represión, recorte de libertades individuales, desconocimiento de derechos laborales y una actitud arrogante que minimizó a la oposición.

Durante los dos periodos del ahora enfermo de hybris (síndrome de pérdida del poder), el país debió asistir a la manipulación de las encuestas sobre su popularidad, gracias a su ejército de mercenarios internautas que estaban pendientes de cuanta encuesta se hiciera para hacer colapsar los sistemas con su nombre. 

Por eso le sondeo que lo eligió por encima de verdaderos prohombres, no es más que la repetición de esos ejercicios y la afrenta a miles de verdaderos colombianos que con su trabajo, disciplina y tesón, intentan construir una Colombia posible.

Los verdaderos “grandes colombianos” son esos humildes luchadores, cuyos nombres jamás harán parte de esas  listas mediáticas de History Chanel.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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