¡ Qué pasa con el pase?

En los días precedentes el pase o “Licencia de Conducción”, para ser más refinados, se convirtió en noticia de primera plana. Las cámaras captaron las largas filas y los rostros molestos de los usuarios que esperaban solucionar su problema de renovación o recategorización, no sin antes acudir a distintos medios para que les precisaran si debían o no cambiar el documento.

En los días precedentes el pase o “Licencia de Conducción”, para ser más refinados, se convirtió en noticia de primera plana. Las cámaras captaron las largas filas y los rostros molestos de los usuarios que esperaban solucionar su problema de renovación o recategorización, no sin antes acudir a distintos medios para que les precisaran si debían o no cambiar el documento. En la mitad de toda esa odisea estaba un amigo que debió madrugar por varios días, esperar pacientemente que le repartieran una ficha en el Centro de Reconocimiento, someterse a unos exámenes  y finalmente llegar a una ventanilla, donde  una voz, entre sádica e irónica, le dijo que el sistema se había caído y que no era posible finalizar el proceso.

Pero otro amigo, en cambio, tuvo mejor suerte. No hizo fila, no debió escuchar las mismas historias tontas de los ocasionales contertulios, no se dedicó a mirar la pantalla de su BlackBerry o a llamar a supuestos políticos influyentes. Simplemente entregó una gruesa suma a un tramitador y pocas horas después le dejaron el ansiado documento en su propia oficina. Inclusive no tuvo que demostrar sus condiciones psicomotrices, muy menguadas por cierto, le bastó su capacidad de soborno para obtener la pequeña tarjeta que lo acredita como un aconductado - conductor.

Mientras tanto las autoridades, desde el Viceministerio para abajo, dieron todo tipo de declaraciones y explicaciones. Dijeron, por ejemplo, que estas medidas estaban dirigidas a acabar con los tramitadores y los certificados falsos. También prendieron la alarma y echaron la culpa a los Centros de Reconocimiento, la mitad de ellos suspendidos porque no estaban cumpliendo con la notificación necesaria al Runt, encargado de la sistematización de la información y el registro de automotores y licencias de conducción.

También hablaron de que no habrían sanciones pecuniarias, sino solamente “comparendos pedagógicos”, hasta octubre, lo que tranquilizó a mi amigo y lo hizo cambiar de planes para esta semana, porque dejó de hacer fila y espera que en tres meses merme el volumen y pueda dedicar unas dos horas a hacer esta molesta, pero necesaria diligencia. Mi otro amigo, en cambio, se siente ligeramente molesto porque habría podido ahorrar algunos pesos si hubiera esperado hasta el final de esta tragicomedia, que demostró una vez más la  improvisación y la falta de coordinación de las autoridades del transporte.

Esta pantomima es la muestra inequívoca de que siguen existiendo entidades oficiales,  como las dependencias de tránsito que, gracias al desgreño y al desorden administrativo,  propician que la corrupción siga empotrada en sus procesos.

Los comparendos no pedagógicos, sino sancionatorios, deberían ser aplicados a los responsables de tanto caos e improvisación.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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