Lo lee él y lo leo yo: ‘Pa que se acabe la vaina’

Si el ensayo ‘¿Dónde está La franja amarilla?’, publicado por William Ospina en 1996, nos puso a reflexionar seriamente sobre nuestra condición de país malogrado por la violencia, ‘Pa que se acabe la vaina’.

El libro que acaba de lanzar este autor tolimense, resulta ser un complemento perfecto para completar las miradas a la historia de nuestro país, esta vez desde una perspectiva con la presencia del arte popular y la literatura.

Para Ospina, a falta de mecanismos integradores de la nacionalidad, la lengua viene a suplir esta función para lograr el reconocimiento del territorio. Lógicamente una lengua llegada de fuera no puede dar cuenta de las particularidades socio - culturales del nuevo espacio y su discurso se vuelve excluyente, en nuestro caso de los indígenas, los afro - descendientes, los pobres y marginados del sistema económico y social.

Con gran inteligencia y profundo conocimiento de nuestra literatura, Ospina afirma que nuestros novelistas paradigmáticos supieron leer muy bien su momento histórico y, además de describirnos el paisaje como forma de apropiación del territorio, se convirtiero en visionarios de lo que inexorablemente sería el futuro del país.

‘María’, antes que una historia edulcorada, es de alguna manera el fresco de las secuelas que dejó en el país agrícola, la liberación de los esclavos y la falta de mano de obra para atender los grandes latifundios.

‘La vorágine’ es el recorrido por nuestra geografía hasta llegar a la inhóspita selva para lograr la descarnada denuncia de la explotación de grupos de indígenas y colonos, algo que aÚn se repite en distintos escenarios.

‘Cien años de soledad’ no solo contará las peripecias de la saga de los Buendía, sino que se apropia de la cosmovisión indígena y caribeña expoliada por la presencia de una multinacional en el territorio macondiano.

Pero no son solamente nuestros narradores y poetas quienes han configurado el mapa de la realidad de la que fueron testigos. La música popular también refleja en sus letras momentos claves de la historia del país. Por ejemplo una lectura detenida del reconocido pasillo ‘Las acacias’, nos devuelve a la atmósfera y al clima de nostalgia y melancolía que produce el regreso a la tierra de donde se ha sido expulsado, vivencia diaria de miles de colombianos.

Creo que todos estamos obligados a leer este texto, no solo para disfrutar de una prosa fluida y poética, sino también para reflexionar y tomar partido en esa lucha política que se hace necesario adelantar, como único mecanismo válido para destronar la “dirigencia”, causante de nuestro retraso, exclusión y violencia y construir una nación que pueda cantar optimista el verso de Emiliano Zuleta ‘Pa que se acabe la vaina’.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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