Como si se tratara de un sino trágico y no un error de juicio al nuevo presidente del Congreso, el senador conservador de Norte de Santander Juan Manuel Corzo, le comienzan a surgir escándalos recién posesionado.
A la gran mayorÃa de sus antecesores recientes las mataduras les surgÃan por razón del ejercicio de su cargo, en tanto a Corzo se le han venido encima los avatares de su vida pasada y su ejercicio “polÃticoâ€. Quienes se rapan el uso de la palabra no son propiamente sus contrincantes polÃticos sino quienes hasta hace poco eran sus más cercanos amigos, quienes, por la misma razón tienen por qué saber y, además, tienen la información fresca.
Resulta que, de acuerdo con la información suministrada por sus socios polÃticos, Corzo tuvo, hasta cuando fue extraditado por narcotráfico, una cercana relación con un connotado capo de la región llamado Jensy Miranda. En parapolÃtica también es versado como lo indica nadie menos que el reconocido criminal Jorge Iván Laverde Zapata, apodado “El Iguanoâ€.
No podÃa estar ausente de la feria de las notarÃas pues la segunda de Cúcuta le tocó en el reparto para la reelección. Su hermano hace y deshace en la Corporación Autónoma de su región asistido por un primo y él mismo acepta (con video disponible) que el actual director Luis Lizcano fue nombrado por su injerencia hace cinco años.
Circunstancia que no serÃa anómala de no mediar toda suerte de denuncias sobre el uso y abuso de los recursos del citado ente. Pero como los malos hábitos son difÃciles de erradicar, tan pronto se posesionó Corzo en la presidencia del Senado corrió a reinstalar en sus cargos al ex director administrativo y al ex secretario general sobre quienes existen múltiples procesos en la ProcuradurÃa.
Este mismo senador es quien tuvo la peregrina idea de reclamar para las congresistas el retorno de la inmunidad parlamentaria, que registró un auténtico plebiscito de rechazo. Se pregunta el ciudadano si entre los más de 100 senadores que hacen parte de la cámara alta y entre los numerosos afiliados al partido conservador no habrÃa sido posible encontrar un candidato con un menos abultado prontuario y, también, ahora que ya es de conocimiento colectivo su trayectoria, no se le ocurrirá renunciar aunque sea para guardar las apariencias. Después dicen que es persecución polÃtica.
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