Precaución y alerta

Lo ocurrido en Pereira es similar a lo acontecido en Cali, Medellín y Montería y como se ve todos los días, falta mucho para poder recuperar esas y otras zonas para la normalidad y la civilidad. Motivo de más para reforzar las precauciones y para que las autoridades extremen la vigilancia y estén prestas a controlar los brotes de las irregulares actividades.

A finales del siglo pasado y comienzos del presente muchos hacían lenguas de la dinámica económica de algunas regiones y exaltaban el crecimiento de ciertas ciudades colombianas. Muy pocos eran los que recomendaban escrutar bajo esa pujante superficie para encontrar los verdaderos motores que impulsaban tan inexplicables desenvolvimiento y pujanza en medio de una crisis generalizada, mas ni las autoridades ni la misma sociedad pusieron atención a los señalamientos e indicaciones.

El tiempo se ha encargado de dar la razón a los que se tildaba de aves agoreras y el costo social y en vidas de desoír las advertencias resulta incalculable.


Apenas ayer revelaban las autoridades de la incautación con propósitos de extinción de dominio de propiedades de Carlos Mario Jiménez Naranjo, más conocido como "Macaco" por valor de 10 millardos de pesos. El narcotraficante ya fue extraditado a Estados Unidos, pero en su época de esplendor dominó amplias zonas de Risaralda y el norte del Valle tanto en asuntos económicos como políticos.


A partir de muy humildes orígenes en Marsella, Risaralda, "Macaco" llegó a ser el tercero en la jerarquía de las AUC, en tiempo de los hermanos Castaño y con el dinero del narcotráfico formó un verdadero imperio en el agro, el comercio y los desarrollos urbanísticos ; así como una base política que todavía tiene gran vigencia en la región. Los bienes incautados, por cierto, son apenas una pequeña porción de lo que logró acumular y que reposa en manos de sus testaferros.


La pérdida de vigencia de "Macaco" significó un golpe al artificial tinglado económico montado sobre premisas deleznables y, como en historias bíblicas, coincidieron las plagas en la otrora floreciente región: los consumos superfluos y de lujo mermaron, el café entró en crisis, el desempleo se disparó, la plata del narco menguó y los giros del exterior de los trabajadores y de los otros se redujeron como por encanto. Como consecuencia se vive una situación social bien compleja, se han multiplicado los asesinatos y las retaliaciones y ya nadie defiende las artificiales razones que dieron sustento a la fugaz bonanza.


Lo ocurrido en Pereira es similar a lo acontecido en Cali, Medellín y Montería y como se ve todos los días, falta mucho para poder recuperar esas y otras zonas para la normalidad y la civilidad. Motivo de más para reforzar las precauciones y para que las autoridades extremen la vigilancia y estén prestas a controlar los brotes de las irregulares actividades.      


EL NUEVO DÍA

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