Ante un mundo en cambio

A todo lo dicho debe añadirse el efecto de la ampliación del Canal de Panamá que significará un cambio sustancial en el comercio mundial y cuyos trabajos marchan sin complicaciones para la anunciada inauguración en el 2015.

Los radicales cambios ocurridos en la economía global modifica las condiciones bajo las cuales se hacen las inversiones y se distribuyen los recursos.

Los gobiernos deben estar atentos a tales variaciones so pena de quedar al margen de las tendencias y perder, por una o varias generaciones condiciones irrepetibles.


La irrupción de China e India en el panorama alteró completamente el escenario e hizo que regiones y países vieran languidecer y desaparecer sus industrias ante el atractivo de condiciones de producción radicalmente más baratas. Esa situación y la inmensa población de las nuevas potencias significó la irrupción de multitudes a la condición de económicamente activas y la creación de descomunales mercados.


Sin embargo, esa rauda modificación de la situación económica ha hecho que en un breve lapso las aspiraciones salariales y los costos laborales en China e India altere las condiciones de inversión en esas regiones. A lo anterior debe añadirse el incremento exorbitante de los precios de los combustibles lo que hace aún más costosa la atención de lejanos mercados.


Lo anterior significa que se esté viviendo un replanteamiento de los flujos de inversión del que ningún país puede permitirse estar ausente.


De la misma manera los gobiernos y los empresarios de los diferentes países deben estar pendientes de factores estrictamente regionales que pueden acentuar los rápidos cambios en las tendencias. Uno de ellos, en el caso colombiano, la proliferación de tratados de libre comercio con mercados regionales, que aparentemente son pequeños, pero que pueden ser receptores de productos con sustancial valor agregado o de los que el país tiene capacidad de exportar a precios competitivos como es la energía eléctrica; a más de que agrupados geográficamente suman volúmenes que convierten en atractiva una inversión en complejos productivos de mayor tamaño.


A todo lo dicho debe añadirse el efecto de la ampliación del Canal de Panamá que significará un cambio sustancial en el comercio mundial y cuyos trabajos marchan sin complicaciones para la anunciada inauguración en el 2015.


Por esa razón los puertos de la región, y Colombia no es la excepción, están haciendo enormes inversiones para poder recibir los nuevos cargueros de gran calado y enorme capacidad. Por supuesto que eso obliga a desarrollar un programa de gran aliento en las vías de acceso a los puertos y en las que intercomunican los países. Por cierto, las regiones aisladas de los puertos, como el Tolima, no pueden permanecer ajenas a tan trascendentales modificaciones y deben ajustar sus economías y su oferta de bienes y servicios a las nuevas condiciones so pena de quedar al margen de los grandes movimiento globales y las nuevas oportunidades.

EL NUEVO DÍA

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