Una historia vieja

El asunto consiste en hacer que el flujo turístico, de los distintos segmentos del mercado, garantice la ocupación de esas camas tras la terminación de las justas y allí es cuando debe entrar a participar la consolidación de una oferta atractiva que haga de los numerosos elementos disponibles.

En la instalación de la Asamblea Nacional de Cotelco el gobernador Luis Carlos Delgado expresó una creencia que ha dominado las aspiraciones de los tolimenses por más de medio siglo: el papel del turismo en el desarrollo económico de la región.

En multitud de documentos que se repiten casi sin alteración a lo largo de los últimos decenios se han hecho lenguas y han corrido ríos de tinta que alaban las condiciones del Tolima para consolidar una industria turística de gran magnitud.
 
Desde los primeros ensayos realizados por quienes intentaban reconstruir la estructura económica después de la Violencia, las incipientes propuestas de la Asociación Para el Desarrollo del Tolima en el decenio de su fundación, los diferentes planes de desarrollo de gobernadores y alcaldes hasta la denominada Visión 2025. Todos a una citan al turismo como factor indispensable en los procesos de desarrollo del departamento.

Sin embargo la praxis de tantos proyectos y lucubraciones no ha tenido concreción a pesar de que casi sin coordinación y sin obedecer a un plan coherente el Tolima ha desarrollado un crecimiento en el flujo de visitantes que sorprende a muchos pero que nunca se ve reflejado en los grandes proyectos nacionales de promoción y, mucho menos, en la cuantiosa y costosa publicidad estatal que se hace dentro y fuera del país.

Las estadísticas no mienten y, tal vez, por la cercanía del Tolima al mayor mercado nacional, el flujo permanente de turistas sobrepasa al de más pregonados destinos que acaparan los presupuestos y la actividad de entidades oficiales y privadas encargadas de estos asuntos.
 
Los elementos básicos están allí: el clima, la gastronomía, hoteles y posadas de distinta categoría y calidad; una riqueza histórica, arquitectónica y antropológica que podría rivalizar con cualquier destino pero que se encuentra abandonada o en la ruina sin quien las promocione, la restaure, la cuide, la explique y la explote: Honda colonial y eje del comercio, Ambalema y el tabaco, Mariquita con la Ruta Mutis y el poco mencionado camino de Humboldt, el real de Minas El Sapo y las minas del norte; los sitios con hallazgos antropológicos en Dolores, Prado y Purificación. A más de las expresiones folclóricas de una región rica en música, paisaje, climas y escenarios naturales y artificiales.

Por eso resulta, de alguna manera, útil e importante que quienes operan el turismo y el alojamiento en el país acudan a estos lugares y se enteren de lo que aquí se tiene y de las potencialidades de la región, ya que lo que ocurra al norte de Usaquén o Bello y al sur de Soacha o Envigado, con excepción de Cartagena y el Quindío es la mar ignota y territorios irredentos.
    
Ya lo recordaba el gobernador: se requiere de no menos de mil camas adicionales para solo atender las necesidades de los XX Juegos Nacionales. El asunto consiste en hacer que el flujo turístico, de los distintos segmentos del mercado, garantice la ocupación de esas camas tras la terminación de las justas y allí es cuando debe entrar a participar la consolidación de una oferta atractiva que haga de los numerosos elementos disponibles.  

EL NUEVO DÍA

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