Nadie dijo que el proceso de reparación de las víctimas de la violencia y la restitución de las tierras usurpadas por la fuerza fuera un asunto sencillo.
Por la calidad de quienes lideraron las expropiaciones, por la sevicia con que actuaron y por la existencia de grupos armados a disposición de quienes se adueñaron de enormes extensiones a punta de fuego y sangre o mediante presiones y argucias jurídicas se suponía que habría enorme resistencia a la decisión gubernamental de aplicar la justicia y devolver a las víctimas sus propiedades.
Sin duda, el proceso jurídico toma su tiempo no solo por la oposición en los tribunales, el ruido mediático y la manipulación de las redes sociales mediante un equipo aceitado y adocenado que busca aparecer la restitución de las tierras y el apoyo a las víctimas como un despojo a honrados hacendados y sacrificados creadores de riqueza, tarea en la que contribuyen muy connotadas figuras políticas y muy caracterizados gremios.
Sin embargo, el grado de violencia con el que han actuado las bandas que quieren preservar el injusto estado de cosas ha generado estupor dentro del país y alarma en las organizaciones internacionales protectoras de los derechos humanos que ven con preocupación la cadena de atentados, amenazas y asesinatos que rodean la restitución.
El propio Gobierno nacional ha reaccionado ante los hechos de sangre y ha designado a un general de la Policía para liderar las acciones que persigan y desmantelen a las agrupaciones de sicarios que se encargan de intimidar a los reclamantes. A la vez ha asignado una cuantiosa recompensa para quien denuncie a los identificados cabecillas de tan bárbaras acciones.
Los actos violentos se concentran en Córdoba y Antioquia, regiones que han padecido por lustros la presencia de estas bandas y en donde figuras de la política se han coaligado con los violentos y se han apropiado de grandes extensiones valiéndose de la fuerza y su poder político.
Pensar que la restitución es apenas el primer paso de un largo proceso que debe venir acompañado de protección para las familias que retornan, apoyo económico y técnico para recuperar la capacidad productiva de las tierras e inversión en una infraestructura de bienes y servicios para el usufructo de los que regresan.
Como se decía al principio el proceso ha de ser lento y difícil, por lo que debe recibir el decidido apoyo de todo el país contra la resistencia de los bárbaros.
Pensar que la restitución es apenas el primer paso de un largo proceso que debe venir acompañado de protección para las familias que retornan, apoyo económico y técnico para recuperar la capacidad productiva de las tierras e inversión en una infraestructura de bienes y servicios para el usufructo de los que regresan.
EL NUEVO DÍA
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