Confuso panorama

La división es tan marcada y las posiciones acérrimas que sería un milagro que en ese escenario no se presentaran confrontaciones. Deben hacerse votos porque no ocurra nada que lastime aún más la maltratada democracia del vecino país, pues, como se dijo al principio: Colombia y Venezuela, para bien o para mal, están y estarán indivisiblemente unidas.

Todavía no se apagan los ecos de la hermosa jornada de hermandad en la que la Sinfónica Simón Bolívar, al mando de Gustavo Dudamel, se presentó en el Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo en Bogotá, jornada en la que con la música de Stravinsky y Revueltas, se recordó que los destinos de Colombia y Venezuela están indisolublemente unidos como lo simbolizó la extraordinaria interpretación sin interrupción de los himnos de los dos países con la orquesta al mando del maestro de Barquisimeto.

Como si se habitara en otra dimensión hoy se celebran elecciones residenciales en Venezuela y tras una rauda campaña, un país polarizado se dispone a elegir a quien sucederá a Hugo Chávez. Pese a que hay ocho nombres inscritos las opciones se reducen a dos: el excanciller y presidente encargado a nombre del partido de gobierno PSUV, Nicolás Maduro y el candidato de la llamada Mesa de Unidad y gobernador estatal, Henrique Capriles.

Lo que se suponía una fácil victoria a manos del candidato oficial y heredero de Chávez con el correr de los días se ha presenciado una ascensión en el favor popular del gobernador del estado Miranda, al punto de que las encuestas ponen a los dos candidatos en igualdad de opciones para la jornada electoral.

Se enfrentan dos conceptos radicalmente opuestos de las políticas del Estado. Por parte de Maduro una economía centralmente planificada, supeditada a la riqueza petrolera, con un enorme contenido asistencialista y, por el lado de Capriles una economía de mercado, con preservación de la empresa y la propiedad privada.

Las confrontaciones han llegado a extremos surrealistas en los que un candidato conversa con pájaros en los que ha reencarnado el espíritu de Chávez, el fallecido expresidente ha intercedido ante Dios para el nombramiento de un Papa latinoamericano y señala a su rival- nieto de víctimas de los campos de concentración de Hitler- como nazi y fascista. Uno llama al otro "toripollo" y el otro riposta llamándolo "caprichito" y "burguesito".

Pero como bien se sabe en la actual situación las elecciones no se ganan con las encuestas ni con las multitudes que acudieron a las manifestaciones; ni siquiera con los votos que depositen los ciudadanos en las urnas en el día de hoy. Allí habrá de ganar quien disponga el Tribunal Electoral y si las cifras no le gustan ya se sabe que el almirante que comanda las fuerzas militares ha manifestado que hará cumplir la voluntad de Hugo Chávez.

La división es tan marcada y las posiciones acérrimas que sería un milagro que en ese escenario no se presentaran confrontaciones. Deben hacerse votos porque no ocurra nada que lastime aún más la maltratada democracia del vecino país, pues, como se dijo al principio: Colombia y Venezuela, para bien o para mal, están y estarán indivisiblemente unidas .

EL NUEVO DÍA

Comentarios