A cuidar el aeropuerto

La administración municipal de Ibagué debe estar vigilante ya que no se puede perjudicar a la comunidad ni restarle competitividad a la ciudad por cuenta de los intereses particulares de unos pocos.

Ibagué ha librado una sempiterna lucha por contar con un adecuado servicio de transporte aéreo. La cercanía de Bogotá ha sido una desventaja en lugar de un privilegio en este y muchos otros sentidos.

La iniciativa privada ha logrado que la ciudad  no quede aislada y pierda un esencial elemento de competitividad. Desde cuando Santiago Vila Escobar fundó Saeta, pasando por la época en la que la Asociación Para el Desarrollo subvencionaba a Satena para que llegara a Ibagué , hasta cuando la ADT promovió la fundación de Aires , la capital del Tolima se ha mantenido integrada a la red aérea nacional.

Por cierto, hubo épocas más auspiciosas: a Ibagué llegaban tres líneas aéreas; había vuelos directos diarios a Neiva, Pereira, Medellín Cali, Bucaramanga y, no menos de 9 frecuencias diarias a Bogotá. A más de rutas con escalas a Florencia, Cartagena y Barranquilla.

Vino la crisis de  fin de siglo pasado, Aires vio cambiar sus propietarios y finalmente desapareció y nunca se ha podido conseguir que Perales cuente con radioayudas modernas y sistemas de aproximación que le permitan salvar unas  peculiares situaciones atmosféricas. El resultado: cada día hay menos frecuencias y menos destinos, Ibagué ha sido relegada en las prioridades de las aerolíneas y el precio por kilómetro de los pasajes es absolutamente estrambótico al punto de que quien utiliza el servicio aéreo se siente discriminado y abusado.

El clamor ciudadano ha logrado que Aeronáutica Civil comience a cumplir con promesas postergadas y, al menos, la plataforma ha sido ampliada y se anuncian inversiones en el terminal, las pistas y los sistemas  de aproximación , con lo que Perales recuperaría gran parte de su funcionalidad y competitividad. No hay que olvidar la cercanía de los XX Juegos Nacionales.

Toda la anterior historia de amor y dolor para recordar a los concejales el cuidado que deben tener al modificar el Plan de Ordenamiento Territorial para que no vaya a correr peligro el aeropuerto ibaguereño. No está de más recordar los enormes problemas que han padecido los aeropuertos de Bogotá y Pereira cuando por descuido, negligencia u otros factores irregulares las administraciones locales permitieron que las áreas vecinas a Eldorado y al Matecaña fueran urbanizadas con lo que se puso en peligro el flujo aéreo, se restringieron las horas de operación y se incomodó a las familias que se asentaron en las inmediaciones de los aeropuertos.

La administración municipal de Ibagué debe estar vigilante ya que no se puede perjudicar a la comunidad ni restarle competitividad a la ciudad por cuenta de los intereses particulares de unos pocos.

EL NUEVO DÍA

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