El espejo de Santa Marta

¿Se está acaso protegiendo de manera adecuada la cuenca del Combeima? ¿Se continúa con la privatización con la misma panda que se tomó el aseo, las obras del acueducto complementario, el diseño de los escenarios de los juegos, la administración de la cartera y los recaudos del Ibal, y ahora las fotomultas? ¿Cuándo tendrá el ciudadano o el inversionista certeza sobre la disponibilidad del agua?

En los últimos días ha ocupado las primeras páginas de los periódicos y ha recibido especial atención en los noticieros de televisión y radio la angustiosa siEtuación que se vive en Santa Marta por el inexcusable estado del suministro de agua potable.

La capital del Magdalena tiene aproximadamente la misma población de Ibagué (es decir supera el medio millón de habitantes), como la capital del Tolima cuenta con una alta población de desplazados.

A diferencia de Ibagué, el servicio de acueducto está privatizado, de manera tal que el alcalde tiene muy estrecho margen de maniobra tras un contrato que se firmó hace tres lustros.

Santa Marta se surte de tres fuentes que nacen en la Sierra Nevada, pero por razón del infame trato que se ha dado al área y el inclemente clima que se vive desde mediados de 2013 tan solo llega el agua por dos horas diarias al 40 por ciento de la ciudad y el resto tiene que abastecerse mediante el uso de carrotanques, pimpinas y de algunos manantiales que corren el peligro de agotarse.

Alternativas no quedan muchas a corto plazo y la más plausible es conectarse con el río Magdalena que queda a más de 75 kilómetros, ya que propuestas de largo plazo como la reforestación y cuidado de la Sierra apenas están en estado de estudio. A más de que por ser privada la empresa no contaría con el respaldo y la inversión del presupuesto nacional como reiteradamente se ha hecho a Ibagué, pero que por incompetencia no la ha sabido utilizar.

No cabe en la imaginación que una ciudad que cada día atrae más inversión, en donde florece el turismo y cada día se construyen más edificios y centros comerciales, pueda continuar a ese ritmo sin agua ni posibilidades de obtenerla en el corto plazo.

¿Puede Ibagué mirarse en ese espejo? Aquí no hace falta agua, ya que con un manejo eficiente se atendería a la actual población con el agua del río Combeima, la quebrada Cay y los acueductos comunitarios. Más aún, si algún día se logra culminar el proyecto del acueducto complementario (si bien ya debe haber numerosos estudios pagados para conocer la calidad del agua que allí se encuentra) el futuro estaría despejado.

Mas la situación, si bien es notoriamente menos angustiosa que la de Santa Marta, deja ver graves razones de preocupación, para lo cual solo hay balbuceos, promesas y privatizaciones.

¿Se está acaso protegiendo de manera adecuada la cuenca del Combeima? ¿Se continúa con la privatización con la misma panda que se tomó el aseo, las obras del acueducto complementario, el diseño de los escenarios de los juegos, la administración de la cartera y los recaudos del Ibal, y ahora las fotomultas? ¿Cuándo tendrá el ciudadano o el inversionista la certeza sobre la disponibilidad del agua?

Ojalá las semejanzas con Santa Marta no se sigan acentuando..

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios