El peligroso ritmo de la transición energética

En medio de todo este desafío, según lo expresó hace una semana The Economist, está el gas natural, ya que sin suficiente producción de este elemento no solo no es tan factible acelerar el proceso de transición energética, sino que, como se ha dicho con insistencia, podrían causar grietas profundas en la economía.

Así como se ha perdido el balance de las distintas y contradictorias fuerzas que gravitan sobre el propósito de paz total del presidente Gustavo Petro y, por momentos, su plan parece dar la vuelta y reactivar la violencia, también existe la sensación de que pende de un hilo el equilibrio entre los sensibles y colosales factores que intervienen en la transición energética y su idea de acelerarla al máximo, que es lo que en esta última semana han señalado como altamente inconveniente los expertos en la materia, quienes han renovado sus llamados a la prudencia al primer mandatario, so pena de llevar al país a una posible crisis en disponibilidad de energía, con las devastadoras consecuencias que esto acarrea.

Luego de conocerse hace pocos días el Informe de Reservas y Recursos de la Agencia Nacional de Hidrocarburos del año pasado, quedó establecido que Colombia tiene autosuficiencia en petróleo y gas hasta 2029, lo que para Luz Stella Murgas, presidenta de la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas), plantea un estado de urgencia de una industria que tiene la responsabilidad de suministrar ininterrumpidamente gas natural a millones de familias, negocios e industrias de todo el país, un asunto de alta complejidad que debe tratarse con la seriedad que la situación contiene.

Así mismo, como se ha reiterado una y otra vez, los dirigentes de empresas del sector energético reconocen como cierta y pertinente la necesidad de comenzar un proceso de transición energética, siempre y cuando la propuesta de reemplazar las fuentes existentes no implique una especie de implosión de la economía nacional, si se continúa sobre la idea de suspender la exploración y producción en el sector de hidrocarburos sin que se hayan logrado avances en la producción de las energías que los sustituirán. Lograr ese equilibrio es la clave para asegurar que el proceso tendrá un final adecuado.

En medio de todo este desafío, según lo expresó hace una semana The Economist, está el gas natural, ya que sin suficiente producción de este elemento no solo no es tan factible acelerar el proceso de transición energética, sino que, como se ha dicho con insistencia, podrían causar grietas profundas en la economía nacional y en economías regionales. La pregunta final es, ¿si el mundo no está en una carrera desbocada hacia la transición energética, por qué tendríamos que hacerlo nosotros?

El Nuevo Día.

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