No perder el año, la meta de los estudiantes

suministradas / EL NUEVO DÍA
Crédito: suministradas / EL NUEVO DÍA
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La reprobación escolar, el problema del fracaso escolar más grave en Colombia y el Tolima.
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Padres de familia y estudiantes, en estos últimos días del año escolar, tienen en mente el propósito de obtener buenas calificaciones finales por el  desempeño académico de los alumnos en las aulas pero, principalmente, esperan no ‘perder’ asignaturas, y mucho menos reprobar o perder el año escolar que estén cursando.

Reprobar implica fracaso escolar y en este caso se hace referencia a situaciones de baja eficiencia interna, expresados por los indicadores educativos de repitencia, deserción intraanual y reprobación o pérdida del año escolar y mortalidad académica anual. 

El Estado tiene la responsabilidad de garantizar la permanencia de los estudiantes, para que logren avanzar desde el preescolar hasta la educación superior, de ser posible. 

Entendida la permanencia escolar como uno de los núcleos del derecho a la educación a la cual el Estado debe responder con acciones de “adaptabilidad”. 

La reprobación o “pérdida del año escolar”, es ahora el problema crítico de la ineficiencia escolar, seguido por la deserción intraanual  y la repitencia escolar, en este orden de la mayor a menor ocurrencia.

En Colombia, desde el  2019, antes de la pandemia, la reprobación viene en crecido año a año. 

Para ese entonces, se    calculaba en 5.7 8% y pasó a ser del 8.06% en los establecimientos educativos oficiales y sobre el total, de       6.90 % en 2021. 

En cifras absolutas, el total de estudiantes reprobados en el Tolima en 2020 fue de 14 mil 911 estudiantes, cantidad que perdió el año escolar. De ellos, 9 mil 085 corresponden a municipios no certificados y 2.372 a Ibagué.

La reprobación es mayor en los planteles educativos oficiales, en comparación con los no oficiales o privados. Así, por ejemplo, la tasa de reprobación oficial en el departamento, creció durante los años de pandemia, se pasó de 6.21 % en  2019 a 7.67 % en 2021. 

Frente a las tasas, en colegios privado era del 1.13 % en 2019, antes de la pandemia, y se elevó a 1.33 % en 2021.

 

Normas sobre aprobación

En distintos momentos de la vida escolar, el Estado y sus agentes educativos han tomado decisiones, a través de normas, tendientes a disminuir la reprobación o pérdida de asignaturas y grados.

Es el caso del decreto 230 de 2002, que le apuntaba a garantizar que el 95 % de la aprobación de estudios a los estudiantes, es decir, por decreto, se dio la oportunidad de la promoción automática de estudiantes, para que el establecimiento educativo no separara el 5 % de reprobados. 

De ser así, no tendríamos tasas tan altas en el Tolima e Ibagué en 2021, de 7.67 % en los municipios no certificados y de 7.28 % en Ibagué, tal como lo registran las estadísticas para los planteles oficiales.

La promoción automática es posible, aún en la vigencia actual del decreto 1290 de 2009, que derogó el 230 de 2002, porque se ha dado autonomía a cada una de las instituciones educativas para determinar el sistema de promoción de los aprendizajes de los estudiantes, según el desempeño, lo dice su artículo sexto: 

“Cada establecimiento educativo determinará los criterios de promoción escolar de acuerdo con el sistema institucional de evaluación de los estudiantes. Así mismo, el establecimiento educativo definirá el porcentaje de asistencia que incida en la promoción del estudiante”. 

Entonces, no se puede recurrir a normas para decir que la reprobación alta, sea responsabilidad de normas del Ministerio de Educación. En cada plantel educativo, previa aprobación del Consejo Académico en el cual hay representantes de los docentes y de los estudiantes, hay autonomía para “incorporar en el Proyecto Educativo Institucional los criterios, procesos y procedimientos de evaluación; estrategias para la superación de debilidades y promoción de los estudiantes, definidos por el Consejo Directivo”. 

Este decreto es aplicable en 2022 en las actuales circunstancias de los efectos de la pandemia y, en consecuencia, queda bajo la autonomía de los docentes de cada área y asignatura, aprobar o promocionar el desempeño académico de sus estudiantes en el área o asignatura que enseñan, previa identificación de la características personales de cada estudiante, sus intereses, los ritmos de desarrollo emocional y físico.

De acuerdo con el decreto 1290/09 vigente, el desempeño académico de cada estudiante debe ser evaluado como Superior, Alto, Básico o Bajo.

El Consejo Académico del plantel educativo establecerá el sistema de promoción y las estrategias a aplicar para que la reprobación no ocurra o sea mínima. 

Pero muy seguramente, predominarán concepciones tradicionales que el docente tenga sobre la evaluación de los aprendizajes siendo que el 69 % de los estudiantes del Tolima (municipios no certificados), aprenden bajo un modelo educativo tradicional, donde las calificaciones se perciben como una estrategia de dominación (Ver “Vigilar y castigar” del filósofo francés Foucault). 

Según esta concepción el docente recurre a  las calificaciones para controlar la indisciplina , como una acción punitiva de sancionar.

Suministrada / El Nuevo Día

 

La opinión de dos rectores 

Los rectores, José Alirio Ramos Monroy de la I.E. Carlos Lleras Restrepo del barrio El Salado en Ibagué, y Mario Adolfo Mazo Mira, rector del colegio privado Los Samanes, clasificado con desempeño muy superior (A+) por el Icfes, dieron su opinión para El Nuevo Día sobre estos temas:

José Alirio Ramos Monroy: “La reprobación escolar es un tema que inquieta siempre, sobre todo porque está relacionada con la calidad del servicio educativo, con la deserción, y con la realidad económica y social del entorno educativo. ¿Qué podemos hacer para disminuir este fenómeno de reprobación del año escolar en los estudiantes? Pienso que tratar de controlar, gestionar y seguir los proyectos institucionales en materia de evaluación formativa, de capacitación docente, de acompañamiento en los procesos de enseñanza y aprendizaje, gestionando recursos para el aprendizaje, y promoviendo la difícil tarea de trabajo en equipo: familia, colegio. 

“Como vemos, existen variables en este problema que se salen de nuestro alcance, familias disfuncionales, muchos de los casos, que van y vienen en busca del lugar dónde laborar. Pero esto genera retos para la Institución, el quehacer diario, el trabajo de aula, con un acompañamiento al estudiante que tiende a presentar bajo rendimiento, con oportunidades de superación de sus dificultades, el esfuerzo que hemos de hacer directivos y docentes es el de procurar un clima escolar donde el estudiante se sienta motivado hacia el aprendizaje. No quiero dejar de mencionar que todos estos fenómenos han hecho que la Institución se sienta motivada hacia iniciar procesos de investigación educativa y formativa, que nos lleve a descubrir caminos para solucionar los problemas educativos del momento”. 

Mario Adolfo Mazo Mira: “En términos de aprobación y promoción escolar es importante tener muy claros los objetivos y competencias que los estudiantes pueden y deben aprender , según su edad cronológica y el nivel de maduración cognitiva, pues los procesos de aprendizaje pueden variar según las condiciones y el contexto de los jóvenes, por ello es necesario hablar de flexibilidad curricular de la mano de la instauración de buenos hábitos escolares, de una alta dosis de motivación y el acompañamiento familiar, que les permita a los estudiantes ir navegando en el proceso académico con una maleta de herramientas que les fortalezca y los ayude a consolidar aprendizajes y estrategias de autoformación a largo plazo.

“En la medida en que logremos instaurar hábitos, fortalecer los dispositivos básicos de aprendizaje (atención, memoria, espacialidad, lateralidad, seguimiento de instrucciones, planeación, entre otras), mantener la motivación con prácticas pedagógicas activas y vivenciales, se lograrán niveles de comprensión y de apropiación de conocimientos, de manera gradual y progresiva, que aseguren el éxito en su camino escolar, de esta manera no solo se reduce la reprobación escolar, sino que al mismo tiempo estaremos formando seres humanos autónomos, responsables y autogestores de sus futuros”.

Suministrada / El Nuevo Día

 

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Credito
Luis Eduardo Chamorro Rodríguez

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