Elvira Gaitán de Alvarado
Como el inatajable paso de los años nos lo impone, rutinaria y gradualmente nos estamos viendo privados de personas valiosas de las que tanto hemos querido; aquellas con las que en cercana comunión disfrutamos los momentos que nos brindó el discurrir del nativo solar, y casi que de forma imperceptible las vemos desaparecer una a una, como una gran mazorca que se desgrana o un calendario que rutinariamente pasa sus fechas, recordándonos como alguna vez lo hizo Borges en alguno de sus poemas:
“que el muerto no es un muerto: …es la muerte…”.
“que el muerto no es un muerto: …es la muerte…”.