El ingeniero Jorge Olmedo Montoya estuvo a la cabeza de esta actividad, concebida para “visualizar las necesidades de las comunidades, pues gracias a estas estructuras, muchos niños y jóvenes tendrán un punto de encuentro”, como explicó Paola Andrea Naranjo, una de las participantes.
De acuerdo con el docente, las bancas “en algunos casos se hicieron en iglesias, en parques o zonas comunes de barrios de bajos recursos, y en otros, en fundaciones. Los estudiantes corrieron con los gastos y pudieron aplicar lo aprendido en la solución de proyectos sociales”.
Así, motivados por exteriorizar lo adquirido en la asignatura Diseño de estructuras de concreto reforzado, cerca de 30 jóvenes de séptimo semestre se desplazaron a sectores como Fontenova, Barlovento y Praderas de Santa Rita, así como a Aldeas Infantiles S.O.S. y el Centro de atención al adulto mayor Santa Sofía.
La integralidad del saber
Palabras clave como vertimiento, canales, concreto reforzado, estudios de factibilidad, utilidad, losa maciza, mayoración de carga y desencofrado, con el denominador común del aporte a la comunidad, fueron el motor de 12 grupos de trabajo para llegar a estos necesarios sitios de encuentro.
Otra de las ideas la expuso el estudiante Nelson David Quijano. Según él, “siempre está el dicho de que el ingeniero civil es solo el que manda y sabe, y eso no es cierto. El propósito es que nos diéramos cuenta de cuán importante es saber quién es un maestro de obra y quién es un obrero”.
Lo anterior, a modo de reflexión de lo mal pagada que es, en muchas ocasiones, esta labor, así como en el importante papel que cumple un líder en cualquier obra, porque “sin un líder es muy complicado, como en cualquier lugar”. Esto ayuda a “seguir la norma y nuestros criterios como profesionales”.
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