“La única forma de no repetir el crimen de la UP es castigando”: Aída Abella

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Extrovertida y sonriente, pero sin dejar la firmeza con la que ha defendido sus ideas, Abella habló con Colprensa sobre el proceso de paz, la reparación a las víctimas y el futuro de la Unión Patriótica.

C: Regresa usted al país después de 17 años en el exilio ¿Qué pasó para que tomara la decisión de regresar, aunque fuera solo por unos días?

Dos hechos me motivaron fundamentalmente. Uno la devolución de la personería jurídica de la Unión Patriótica.

Era un acto de justicia elemental que se hacía con un movimiento sometido a un genocidio que avergüenza. Y lo segundo, el proceso de paz. Es una luz en largo túnel de la violencia y de las guerras declaradas y no declaradas en el mundo.

Y cuando veo una luz en un túnel hay que tenerlo encendido.

Creo que esta generación tendrá un puesto excepcional en la historia. Es haber logrado acabar con 200 años de guerras declaradas y no declaradas en Colombia. Son muchas generaciones tocadas por las guerras.

Y esto lo tenemos que acabar. Y la única manera de acabar es dialogar, volvernos tolerantes y aceptar. Además, nosotros vamos a entender que la democracia va a tener que darse un día sin gente corrupta, es decir, que los corruptos tienen que ir a la cárcel. Un problema tan grave como el de la corrupción en Colombia tiene que acabarse.

C: ¿Qué le espera a Colombia en los procesos de reparación a las víctimas?

Nosotros lo que estamos pidiendo es una reparación integral. Lo primero que necesitamos saber es la verdad; segundo, necesitamos justicia, y tercero, necesitamos la reparación integral, pero antes que todo necesitamos la verdad. Nosotros queremos saber quiénes intervinieron en todos estos procesos. Y desde luego, ya tenemos algunas personas que estuvieron involucrados en el exterminio, desde autores intelectuales hasta autores materiales.

En todo este sistema de reparación, en el que ha habido mucho dolor, lo que queremos en el fondo es hacer una contribución a la política nacional, a la historia de Colombia. Algo como eso, tan doloroso, un crimen de lesa humanidad como el que se ha cometido, no se puede volver a producir en Colombia. Y la única manera de que no se vuelva a repetir es que sea castigado. Cuando se castiga, se superan los niveles de impunidad, que han sido altísimos en Colombia, son del más del 90 por ciento. No solamente en los crímenes contra la Unión Patriótica, que fue el crimen más grande, también mataron a gente del M-19, a gente militante del ML.

Cuando mataban un compañero en La Guajira lo sentíamos como si hubiera sido el vecino. Cuando mataban un compañero en el Caquetá o en el Meta, Nariño o Arauca, era igual. Fue un dolor colectivo muy grande y es una carga muy grande también que llevamos los sobrevivientes porque toda la reparación que se haga como sobrevivientes será la reparación real. No puede volver a suceder eso en política ni en ningún otro plano.

A la gente se le tiene que respetar por lo que piensa, por lo que dice. Pero no se le puede masacrar porque piensa distinto. Creo que una de las lecciones de todo este proceso parte de la tolerancia. Porque las guerras declaradas y no declaradas en 200 años, una de las causas ha sido la intolerancia y la incapacidad de la clase política para sentarse a dialogar sobre los problemas nacionales.

C: ¿Cree usted que de llegar a un acuerdo de paz entre el Gobierno y la Farc, lo primero que tienen que suceder es que se conozca la verdad sobre los crímenes?

Yo creo que si se llega a un acuerdo en La Habana, lo primero que se tiene que producir son las grandes transformaciones y profundas reformas sociales. Ese es el fondo del problema de las diferentes guerras, llevamos dos siglos, desde 1802 cuando empezó la guerra entre centralistas y federalistas, lo que se denominó la ‘Patria Boba’ y lo que se denominó, de ahí en adelante todas las guerras civiles entre liberales y conservadores que no se podían poner de acuerdo.

Y no se pudieron poner de acuerdo porque es que en el fondo también ha habido un problema histórico en Colombia: es la tenencia de la tierra. Uno de los motivos fundamentales de las guerras declaradas y no declaradas ha sido la tenencia de la tierra. Unos por quitarles la tierra a otros y, los otros, a defenderse para no dejarse quitar la tierra. Y esto lo tenemos que arreglar.

C: Pero además del problema de la tierra, lo que se está esperando con los diálogos en La Habana es que las víctimas sean reparadas.

Desde luego. Todas las víctimas de todas estas cosas de la violencia necesariamente tienen que ser resarcidas. Hay unas violencias de violencias y es que, cuando la violencia la hace el Estado, es mucho más grave que cuando la hace una persona que no maneja la guerra. Esas son las grandes diferencias. Cuando a usted lo matan con las armas del Estado, es mucho más grave que si un vecino le pega un tiro. Son dos violencias completamente distintas.

Además, en el caso de la Unión Patriótica, el genocidio ha sido la acción violatoria de los Derechos Humanos masiva intensa y permanente. Y eso solamente se puede hacer con la colaboración del Estado.

C: ¿Qué respuesta ha encontrado usted del Estado colombiano y cómo encuentra el país?

Nosotros siempre hemos vivido en este país. Nunca nos fuimos. El exilio tiene eso. Como dice Maro Benedetti, el poeta, con el exilio se empieza otra historia. Una historia entre el dolor y el descubrimiento. Y eso es. Es el dolor de dejar la patria, pero el descubrimiento de cosas que uno ni se imagina.

C: ¿Cuál será ahora su papel en la Unión Patriótica?

El que ha sido siempre. Hemos estado, hemos vivido y hemos hecho un trabajo de más de 25 años e incluso desde cuando éramos dirigentes sindicales y seguimos haciéndolo. Nosotros no estamos detrás de las migajas del poder. Ni nos han podido cooptar los que han tenido el poder porque a muchos dirigentes sindicales los han cooptado y los han puesto a su servicio. Nosotros seguimos ahí y seguimos convencidos de que la historia de Colombia tiene que cambiar y que vamos a lograr que este país sea para los 42 millones de habitantes y no para una clase política que se ha bañado en dinero con los sufrimientos de los otros.

Credito
COLPRENSA

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