Anclar problemas o desamarrar soluciones (I)

Alberto Bejarano Ávila

Ante la compleja, progresiva, invasiva, imparable y sistémica tragedia social que padece el Tolima (y Colombia claro está, pero “primero lo primero”), seria disparate pensar que exista siquiera un tolimense opuesto a que “las cosas deban cambiar” y que no desee contribuir a que el cambio sea realidad. ¿y entonces porqué esas cosas empeoran cada día?
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La respuesta estaría en el insondable interior del ser humano, donde el alma anhela el cambio y la razón desobedece y así, en vez de rupturas, seguimos haciendo lo mismo: anteponemos los egos; especulamos; reprobamos o aprobamos candidatos con tesis dizque políticas y, así, en lugar de idear un proyecto político para iniciar el proceso de cambio, caemos en el electoralismo, que es antítesis del cambio, es decir, anclamos problemas en vez de desamarrar soluciones.

Para construir y compartir nuevas y pertinentes visiones estratégicas y convenir procederes sociales y políticos consecuentes con el proceso de cambio, la tragedia tolimense nos obliga a sincronizar el corazón con la razón para renunciar a ideas que creíamos “verdad revelada”. Tal vez parezca exegeta bobo, pues no es fácil pensar y escribir por “fuera de la caja” para indicar que el cambio es posible, pero no como hoy se concibe y se pretende y por ello, sólo como metáfora que no ofenda a los ambientalistas y defensores de los animales, recurro al refranero popular cuando señala que “la culebra (el problema) se mata por la cabeza” o que “el toro se coge por los cuernos” y que èsto estamos en mora de hacer los tolimenses. El problema es uno solo, el atraso, y sus manifestaciones son muchas, desempleo, incultura, daño ambiental, abandono del patrimonio histórico, corrupción, inseguridad, deterioro vial, exclusión del agro, es decir, un sinfín de problemas para los cuales sólo hay una solución, el desarrollo, pero no el que inculcan centralistas y neoliberales, pues el verdadero desarrollo, el incluyente, sólo puede concebirse en la dimensión regionalista. Hoy vivimos un verdadero caos o torre de babel, donde cada quien llora su herida y busca remedio particular, cuando las heridas son sociales y su remedio es social y todos, como sociedad hermanada, debemos hallarlo y aplicarlo, pero ello será utopía mientras el Tolima sea un “patinòdromo” donde, por muchas décadas, venimos dando vueltas creyendo que vamos hacia la prosperidad.

Ilusión despertó la idea de una nueva expresión político-regionalista denominada “Tolima, Causa Común”, expresión que relevaría la unidimensional fijación centralista (paìs) para dar paso al enfoque dual (región-país) con el que los tolimenses, respetuosos del pensar ajeno, inicien la odisea de salvar al Tolima del ostracismo y la intangibilidad política. “Tolima, causa común” sería hecho histórico si su militancia acuerda, como punto de partida, desenraizar viejos conceptos y creencias que le impiden al Tolima insertarse en la modernidad y, porque de ello habla, reitero la exhortación del Obispo San Remigio a Clodoveo, rey de los francos: “levanta la cerviz fiero sicambro (¿Pijao?), adora lo que has quemado y quema lo que has adorado”. Continúa…

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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