Génesis de las candidaturas tolimenses (I)

Alberto Bejarano Ávila

Un matemático acucioso pudiera ingeniarse la manera de saber cuántos candidatos tendrán las listas para concejos municipales, Asamblea, alcaldías, Gobernación y Jals. Seguramente se contarán por millares los “interesados en servir con desvelo a la gestión pública” y así al auténtico desarrollo tolimense. Como soy profano en algoritmos y esas cuestiones, prefiero abordar la génesis de esa multitud de candidaturas para intentar elaborar un pronóstico del desempeño de elegidos, excandidatos y exprecandidatos en el cuatrienio 2020 - 2023.

De quienes hasta ahora se presentan como precandidatos, que en número triplicarán a los candidatos finales, sólo conozco a unos pocos, pero esa es muestra suficiente para realizar mi tarea. Primero debo decir que la mayoría de esas personas que bien distingo me parecen personas decentes e idóneas pero, habida cuenta de que todos prometen empleo, vivienda, salud, vías y en general el desarrollo local y regional, resulta ilógico que ningún precandidato o candidato provenga de un proyecto político disruptivo y auténticamente tolimensista.

Tal absurdo se explica en que la razón de ser de las promesas (el desarrollo local y regional) riñe con el origen de las candidaturas, origen en el que se mimetizan intereses ciertamente distintos y hasta opuestos a esa razón de ser. ¿Cuál es la génesis de las candidaturas? Grosso modo digo que surgen de un enroque errado e ilegítimo: la persona se auto otorga méritos, se autoproclama precandidato y busca partidos, ajenos al interés tolimense, para conseguir su aval o, igual ocurre, un caudillo nacional, que ve al Tolima como feudo de gamonal o coto de caza electoral, unge como “su candidato” a una persona dócil y políticamente amorfa.

Como se inferirá de cualquier caso, el candidato, si es elegido, no obedecerá a aquella razón de ser, carecerá de pautas programáticas y aliados estratégicos (adulones sí) para enfrentar el desarrollo regional, caerá en la retórica vacía y la poquedad de la gestión y los verdaderos ganadores serán las agencias políticas y el funesto caudillismo, es decir, seguimos reculando porque el cambio nunca será cambio sino continuismo disfrazado. ¿Entonces cómo podrán emerger actores y sinergias políticas legítimas para transformar al Tolima? Veamos:

Un aforismo de Alvin Toffler señala que “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”. La cita nos recuerda que todo cuanto sabemos de política los tolimenses deriva de una mala enseñanza y un peor aprendizaje del significado de lo político, nulidad conceptual que ahíja la invasión de mañas y falacias que agravan la decadencia ética, el subdesarrollo económico y la ruptura social. Pero lo grave del asunto es que todos sabemos y pocos lo niegan, que la política espuria destruye generaciones, causa estragos físicos y morales y no lleva a ningún sitio. Puede juzgarse entonces que la inobjetable inteligencia tolimense tiene una fisura que sólo se repara “desaprendiendo el politiqueo y reaprendiendo lo político”. Sigue…

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